Capítulo 3: Cambio

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El sueño se repite, otra vez, pero algo los perturba, la oscuridad no dice nada esta vez, simplemente consume a mi madre y luego empieza a entrar por mi brazo derecho. Duele, mucho. De repente un grito me despierta de mis sueños:

-¿Petra?-pregunto aún dormido.

La miro, con lágrimas en los ojos exhala un grito de terror:

-¡No puede ser!

Me fijo en el cielo, donde todos dirigían su mirada.

-Imposible... -mi respiración se agita- ¡Corred!

Lo que vimos ese día cambió nuestros ojos, mentes y corazones. En lo más alto de los cielos, volaba más rápido que cualquier ave, un Dragón Negro. La aldea entera se convirtió en una mezcla de gritos y personas corriendo, tirándose al suelo, rezando. El clan rojo se estaba reagrupando para luchar cuando el dragón abrió su enorme boca, soltando una llamarada negra como la noche y tan abrasadora como el sol del día. Al impactar, la explosión tira al suelo a todas las personas que allí nos encontrábamos. Instantes después empezó a llover la ceniza de los árboles, casas y desafortunados que se encontraban en el radio de la explosión.

-¡Clan Rojo! ¡Preparemos el ataque! ¡Defendamos la aldea!

Los miembros del clan empiezan a invocar sus hechizos, de sus manos salen rayos, rocas, hojas afiladas como cuchillas, agua y hielo, pero solo de una sale el elemento que lo consume todo, que todo puede hacer y deshacer, el fuego, de la mano de mi padre, un Ignis.

Las gruesas escamas del dragón ignoran completamente los daños. El dragón abre su boca una vez más, pero esta vez no para escupir fuego.

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-Mai rust, tlak milgondr. -pronuncia el dragón, en su lengua.

Acabada la pronunciación, portales oscuros salen del suelo, y de esos mismos portales, bestias oscuras y demoníacas salen a su vez.

-¡Alejaos de la aldea! -nos grita mi padre.

-Debemos irnos -me agarra Petra del brazo- vamos Nat, debemos huir de la aldea.

-¡¿A dónde?! -grita Res, aterrorizado.

-Lejos, lo más que podamos.

-Voy con vosotros, conozco las afueras de la aldea. -dijo DL, seguro de lo que decía- Puede que tengamos nuestras diferencias, pero tenemos que ayudarnos ahora.

Se notaba que estaba tan asustado como nosotros, no nos ayudaba por empatía, si no por miedo. Lilith se encontraba llorando en el suelo, no podía dejarla ahí, asi que me acerqué para levantarla:

-¿Lilith puedes levantarte?

-No... -me responde entre sollozos- me he herido la pierna.

Me giro y le hago una señal a Petra:

-Id, ahora os alcanzamos.

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Mientras los demás se adelantaban, pongo a Lilith sobre mi espalda y la pongo a caballito. Empiezo a correr, esquivando por poco los golpes de las bestias, que son pobremente detenidas por algunos guerreros y magos.

A punto de llegar a la puerta, una bestia nos impide pasar:

-¡Mierda! -grito con sobresalto- aléjate monstruo.

La bestia, con forma de lobo gigante, me mira, fijamente, me analiza detenidamente, ve que no podría vencerla, no todavía. Con un grito esperanzador y guerrero, aparecen Res y Petra, que cargan con dos espadas hacia la bestia.

Mientras lo distraen, encuentro un hueco por el que pasar, pero es rápidamente cerrado por una de las inmensas patas de la bestia. Dejo a Lilith cuidadosamente en el suelo, saco mi daga negra y se la clavo directa en la pata. La bestia, que había ignorado las espadas de Res y Petra, comienza a aullar de dolor y poco a poco desvanecerse. Parecía que entraba en la hoja de la cuchilla. Tampoco presté mucha atención, volví a coger a Lilith, esta vez más fuerte, y continuamos corriendo. Conseguimos salir de la aldea, corrimos unos cuantos metros más, donde solo se veían bosque y el humo de las llamas que abrasaban la aldea.

-Gracias Nat, -me susurra Lilith, aún con lágrimas, mientras se aprieta más a mí y pone su cabeza sobre mi espalda.

-Nos hemos quedado sin casa, sin familia, sin nada. -Res se tira al suelo, exhausto.

-¿Y ahora que? -pregunta vacilante DL.

-Debemos buscar la razón del despertar del dragón, y acabar con él, antes de que acabe con el mundo entero.

-¿Nostros? Si nosotros no podemos hacer nada contra eso. -me responde Petra.

-Pues nos haremos fuertes...

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De repente, el suelo se rompe a nuestros pies, creando una grieta que separaba a Lilith y a mi de los demás.

-Aquí no estamos seguros, es hora de cambiar de hogar, ¿veis aquella montaña?- señaló Petra- nos encontraremos en ella, dentro de 1 mes, y vengaremos a la aldea, juntos.

-Adiós chicos, ¡nos vemos en un mes! -me despido con un movimiento de cabeza y empiezo a correr hacia el campo.

Desde ese momento, cambiamos, cambiamos de vida, de pensar, de todo. Nos reuniríamos un mes más tarde, en aquel monte, pero antes, teníamos que sobrevivir y entrenar, para vencer a aquella abominación.

Afiladas al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora