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No era su primer beso, pero sí el único que lo había hecho vibrar así. Yesung profundizó el enlace tomándolo de los cabellos castaños para después empujarlo más hacia él. Su lengua se introdujo casi sin permiso, saboreando cada espacio inexplorado. Pero, cuando Ryeowook se sintió desfallecer, el contacto se perdió. Yesung lo soltó, le dedicó una fuerte mirada y se alejó.

Wook aún estaba mareado por el momento. Sin ser consciente lamió sus labios pasando la lengua lentamente, acción que alteró al rubio. Caminó hacia la puerta, y cuando Ryeowook creyó que se iría, le puso seguro.

Caminó de vuelta hacia él, lo tomó de la mano y haló hasta el escritorio, haciéndolo subir y sentarse en este. El corazón de Wook estaba acelerado, sabía lo que estaba pasando por la cabeza de Yesung en esos momentos, o bueno, eso creyó porque nuevamente volvió a unir sus bocas, exigiendo un poco más de aquella lengua virgen.

—Mmm... —no podía hablar, quería decir algo, que se detuviera, que aclarara lo que estaba sucediendo, pero simplemente no podía. Yesung lo nublaba— Yesung... espera...

Un mordisco en el cuello fue lo que recibió, seguido de un chupete que se notaría bastante al día siguiente. La mano de Jongwoon pronto comenzó a desabotonarle su camisa. Ryeowook se alarmó, ¿hasta dónde podría llegar? Su blanca piel quedó expuesta, Yesung retiró parte de la tela y obligó a Wook a recostarse en el escritorio.

—Yesung, ¿qué...?

Pero Ryeowook se obligó a cerrar los ojos cuando Yesung pasó su lengua, haciendo un camino por su torso. Se estremeció.

—Tú, Kim Ryeowook, es difícil que pases inadvertido —chupó su piel nuevamente dejando otra marca.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Tomamos clases juntos, genio. También lo escribiste en tu carta.

—Dijiste que no la habías leído.

—No, dije que me la robaron antes de leerla. Lo hice esta mañana frente a mi casillero.

Jongwoon volvió a chupar su piel, que se tornó rojiza en esa zona. Ryeowook no podía pensar con claridad. Yesung lo estaba tocando, lo besaba y acariciaba con cuidado, como si él fuera algo muy preciado, pero no lo entendía, ¿qué es lo que el rubio sentía? Dejó escapar un suspiro y casi gimió cuando su boca chupó una tetilla.

—Jong...

Entonces, alguien del otro lado intentó abrir la puerta. Con miedo, Ryeowook se levantó quedando sentado en el escritorio, pues Yesung no le permitió bajarse.

El rubio se separó, ¿acaso abriría la puerta?

Una carta para Silencioso (YeWook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora