Capítulo 8: Olvidando Promesas (un cambio de papeles)

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Ya había pasado otro día y en el Miedo, Bárbara y Santos estaban aún encerrados en el cuarto de esta. Estaban cumpliendo su trato le quedaban otro día más cosa que le inquietaba un poco ambos, pero más a Bárbara porque estaba dejando su deberes de la hacienda para solo estar con Santos, aunque en el fondo le gustaba más estar con él que estar afuera soportando a los inútiles que tiene como peones.

Bárbara: Ya Santos, estamos un día entero aquí encerrados... sabes que no gusta tanto tiempo encerrada.- dijo confesándole una parte de la verdad.

Santos: Amor, ya habíamos quedado que nos quedaríamos aquí por dos días, aún nos queda mañana. Qué pasa mi amor? Es que no quieres estar conmigo?

Bárbara: Claro que sí mi amor...

Santos: Y entonces? - esperaba su respuesta, por su mente pasaban muchas cosas y el principal era el huésped que tenían en casa.

Bárbara: ¿Entonces?

Santos: ¿Es por él verdad?

Bárbara: ¡¿Qué?! ¿Él? Él que tiene que ver en esto? - preguntó confundida.

Santos: Todo tiene que ver, te la pasas más tiempo con él que conmigo, estamos aquí juntos y tú solo piensas en ese tipo.- su voz sonaba ronca de los celos.

Bárbara: ¿De qué demonios estás hablando? Yo pensar en él...? Tú crees que puedo pensar en alguien más, estando yo aquí contigo? - preguntó enojada.

Santos no contestó.

Bárbara: No pues, claro que lo piensas - expresó más molesta.- No lo puedo creer Santos Luzardo, después de todo lo que pasamos en el día de ayer aún crees que él me interesa? Me tienes harta con tu inseguridad, siempre es lo mismo, nada de lo que diga que solo te quiero a ti, todo lo hago para demostrártelo sirve. Siempre tu inseguridad puede más de lo que yo te diga...

Se levantó de la cama tapando su desnudes con una sábana yéndose detrás del vestidor, ahí se encontraba su guardarropa, tomó lo necesario y se metió al baño dando un fuerte portazo que resonó por todo el cuarto

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Se levantó de la cama tapando su desnudes con una sábana yéndose detrás del vestidor, ahí se encontraba su guardarropa, tomó lo necesario y se metió al baño dando un fuerte portazo que resonó por todo el cuarto.

No podía escuchar a Santos porque cada vez que abría su boca salían puras promesas, que no era capaz de cumplirlas.

Le había dicho que esto jamás volvería a pasar pero que tonta había sido, otra vez creyó en una promesa que no sería cumplida.

Pero ella también había prometido algo y eso era, que lo que tenían acabaría.

Ella no estaba dispuesta a rogarle, a suplicarle otra oportunidad. Jamás! Ni que estuviera loca, aunque antes quizás sí lo estaba.
Pero ahora como que era más razonable y no se volvería a humillar por un hombre menos con ese imbécil que le dicen que es Santos Luzardo.

Mientras se metía bajo la regadera escuchaba golpes en la puerta, rodó los ojos cansada, amaba mucho a Santos pero ya se estaba cansando y demás.

La Otra Cara de LUZARDO (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora