≫ Capítulo #5 ≪

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(°᷄°᷅)(>؂•̀)テヘ

—¡Por qué rayos tardas cuarenta minutos en arreglarte! —miró hacia atrás por si venía un taxi— ¡Eres un hombre! ¡No deberías tardar!

Oikawa seguió a su amigo con paso lento por consecuencia de una constipación, el aire no entraba a sus pulmones haciendo que los fluidos en su nariz empezarán a bloquear las entradas.
—Porque... debía resaltar mi belleza. —respondió una vez que lo alcanzó.

—Cállate y súbete. —lo tomó del cuello para obligarle a entrar al auto y sin darle tiempo de acomodarse se metió encimándose en él.
—Mueve tu trasero Basukawa. —gruñó.
—Iwa-chan se sentó en mi bufanda, quítate.

El señor los miraba por el retrovisor con una ligera sonrisa, esperaba que dijeran la dirección de su destino y el moreno fue quien lo hizo.
—Al consultorio más cercano por favor. —el conductor asintió y puso en marcha el vehículo.

—Te dije que era mejor llamar a una ambulancia. —Iwaizumi lo fulminó con la mirada.— Así, haría una entrada espectacular.
—Cuando estés desangrado, muriendo o simplemente tú condición sea más grave —le pegó en la cabeza— consideraré llamar a una. Por el momento, confórmate que no vas a pie.

—¡Como sea! —se cruzó de brazos mirando por la ventana— Haré mi entrada triunfal con o sin ambulancia. —sonrió.

Después de quince minutos en transportarse a su destino habían llegado y ahora sólo estaban esperando turno. Y mientras lo hacían, el capitán sonreía con orgullo; hizo la mejor entrada que llevaba en toda su vida y estaba agradecido con el taxista.

Al aparecer, ayudó al castaño a realizar su show, puso a todo volumen una alarma figurando las sirenas de la ambulancia y cuando detuvo el auto, Oikawa bajó con dramatismo desmayándose en la entrada.

En esos momentos, su amigo quería desaparecer de ahí, pues los trabajadores del lugar y las personas que pasaban auxiliaron al chico trayendo una silla de ruedas para ingresarlo al establecimiento; le dieron hidratación, un dulce y una manta que cubría sus piernas.
Y para cerrar con broche de oro, el taxista resultó ser amigo del dueño y   comentó a la recepcionista que los tratarán de maravilla y no lo hicieran esperar.

—¿Iwa-chan sigue molesto? —picó la mejilla del mencionado mientras comía su paleta— Ya me disculpé, para la próxima haré que te den un dulce y una manta, ¿sí?
—Compórtate y céntrate en comer. —respondió con la mirada al frente.

—Pero, ¿quieres compartir? —puso el dulce frente a él y su amigo se lo arrebató para aventarlo a la basura.— ¡Iwa-chan! —miró la acción del moreno y cruzó los brazos.

—Estás celoso, no es para tanto que sea un excelente actor.

—No tengo celos de alguien como tú, ¡es increíble que te hayan ayudado! —bufó— ¿Sabes lo qué me dijo el señor cuándo pagué? —negó— ¡Que lo llamáramos cuando hicieras otro de tus actos!

—Woah, soy fabuloso. Tengo un nuevo admirador. —Iwaizumi pellizcó el brazo causando que chillara.

—Oye Iwa-chan, —talló la zona afectada— todo actor corre sus riesgos y yo lo hice, cuando me deje caer pensé que me atraparías.

Pequeño DesastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora