Pequeño Desastre

≫ Capítulo #1 ≪

(ꐦ°᷄罒°᷅)♡(๑>؂•̀๑)ﾃﾍ

El moreno terminó de guardar sus cosas y se limitó a despedirse de los compañeros de clase para salir al pasillo e ir a tomar su merecido descanso; o eso es lo que tenía en mente unos minutos antes de finalizar la hora.

Cuándo el capitán del equipo dijo que se adelantaría por razones de salud, se preocupó un poco, pero no se lo hizo saber y desde ese momento hasta ahora estaba buscando en su memoria la causa. A lo mejor, en alguna ocasión no traía la ropa adecuada para el clima, o no secaba su cabello correctamente después de bañarse, o no se tapó en las noches frías; pero, en sus recuerdos todo era normal, pues él mismo se encargó de decirle a Oikawa que cuidara su cuerpo.

Frunció el ceño al no encontrar algo que denotara la razón del supuesto resfriado, incluso podría estar mintiendo pero ese no era el caso; Iwaizumi vio a su amigo en un estado de salud pésimo. Tal vez el castaño claro era bueno en ocultar sus expresiones, sentimientos y pensamientos, podía engañar a todos, bueno, casi a todos, porque el único que sabía lo que realmente pensaba, sentía, expresaba y actuaba era su mejor amigo de la infancia, con él no funcionaba eso, a él no podía mentirle y al parecer el moreno es el único que ve al verdadero Oikawa Tōru.

Suspiró algo cansado, debía apresurarse a llegar para cerciorarse de cómo seguía y evitar que empeorara.

En el pasillo aún se encontraba uno que otro alumno y maestro, algunas chicas miraban al chico haciendo que perdiera la paciencia y se irritara, ¿por qué tienen que ser obvias? ¿por qué no simplemente se confiesan y ya?

De todos modos, el resultado será el mismo con cualquiera; giró a la derecha y empezó a bajar las escaleras mientras en su mente alejaba las miradas de alguna que otra y organizaba un itinerario para el día de hoy.

«En primer lugar, debería comer.
Segundo, revisar al basurakawa si aún vive.
Tercero, si aún vive, ir por un poco de medicina.
Tercero versión dos punto cero, si no vive, sacarlo del departamento y llevarlo al basurero, hacerle un altar en casa y avisar a los demás.
Cuarto, darle la medicina.
Quinto, hacer mis deberes.
Sexto, alejarme de Oikawa si es contagioso.
Séptimo, dormir.»

Sabía que iría agregando más puntos a la lista, después de todo, es del capitán de quién se trata.

—¡Hey, Iwaizumi! —escuchó que gritaban a sus espaldas y giró; ahí se encontraban Matsukawa y Hanamaki mirándolo con una sonrisa cómplice a lo que frunció el ceño y dedujo que no sería nada bueno lo que tenían en mente.

Esperó a que ellos se acercaran, y una vez que estuvieron a su lado los tres reanudaron el paso, ambos chicos pusieron su brazo sobre los hombros del moreno y éste, en señal de respuesta suspiró sonoramente para que empezaran a hablar.

—¿Qué te parece si...?
—No. —interrumpió.
—Estoy seguro que a Oikawa le hubiera gustado. —empezó diciendo Hanamaki mirando al cielo.
—Sí, puede que incluso haya evitado su resfriado. —terminó Matsukawa viendo de reojo a la estrella del equipo.

—Pueden ir al grano, —contestó algo cansado— estoy ocupado.
—Estábamos pensando en ir al nuevo local que está cerca por dónde Oikawa casi se mata. —dijo el pelinegro.

—Muchos de nuestros compañeros han ido y nos han contado que esa persona resuelve tus problemas, —Hanamaki hizo una pausa y agregó— puede que quite el resfriado a nuestro querido capitán.