Capítulo 8

10 1 0
                                    

Gwen

Después del incidente de los crisantemos, las cosas se vuelven bastante pasivas. Mis papás se van seguido de viaje, prácticamente sólo pasan con nosotros la noche antes de Navidad, y el resto de los días lo pasamos viendo televisión y jugando vídeo juegos. Emily se queda con nosotros la mayoría del tiempo, y sólo regresa a su casa cuando se queda sin ropa limpia.

El tema del cuadro no se vuelve a hablar, lo cual agradezco profundamente. Suficiente tengo con mi torbellino de emociones, como para tener ahora que explicarle a alguien más algo que ni yo comprendo.

Emily se entusiasma demasiado cuando Nadja nos pide ayuda para organizar la fiesta de Año Nuevo, y yo agradezco la distracción. Estos últimos días no he podido hablar bien con Elise, debido a la presencia de Emily, y sólo hemos podido mandarnos mensajes y notas de voz.

No hablamos de nada particularmente importante, sin embargo, cada plática es tan interesante, sólo porque es ella con la que hablo. Charlamos de películas, libros, música, ella me recomienda algunas bandas que en mi vida había escuchado, y yo le muestro otras no muy conocidas. Me cuenta sobre su pasión por la arquitectura, y sus intenciones de estudiar en una Universidad en Europa. Yo le cuento sobre mis ganas de abrir una galería, como mi madre, además de tener una librería.

Y así, sin darme cuenta, entre mensajes con Elise, juegos con Liam y salidas con Emily, llega la víspera de Año Nuevo, y la fiesta de los Schmidt.

Desde medio día Emily me apresura a salir de la casa para ayudar a Nadja con la decoración y la comida. No asistirán muchas personas, sólo un montón de no populares como nosotros, pero, aun así, es imposible no animarse. A eso de las tres de la tarde, me doy cuenta que no tengo mi celular conmigo.

"Emily, ¿has visto mi celular?", le pregunto a mi amiga, quien está metida hasta los codos en la harina.

"La última vez que lo vi estaba en tu mesita de noche", me responde y sigue amasando.

Demonios, creo que lo olvidé ahí. Estoy por salir hacia mi auto, cuando Nadja me pide que le ayude a bajar una hielera del ático. Pasan dos, tres horas en las que no me puedo liberar un momento para ir a casa por mi celular.

Liam se ríe al ver mi cara de estrés. "Deja de ser tan bruto", mascullo entre dientes.

"¿Esperas alguna llamada importante, hermanita?", se mofa de mi desgracia.

"Liam, por favor..."

"Ey, tranquila. Yo voy a casa por mi medicamento, te lo traigo si quieres", me dice, quitándome las llaves del auto.

Le agradezco, y regreso a la sala, donde ya empezaron a beber y poner música. Intento meterme en el ambiente, pero el prospecto de hablar con Elise me distrae constantemente.

Después de aproximadamente una hora, Liam llega. "Hola enana", me saluda, colgando el celular por encima de mi cabeza.

"Sabes que no hay tanta diferencia de estatura entre los dos, ¿verdad?", le digo, arrebatándole el dispositivo.

"Si, pero es divertido hacerte refunfuñar", me responde, me toma del brazo y me jala un poco aparte. "Me han dado indicaciones de que te pares afuera", al ver mi cara de interrogación, me jala aún más y me saca de la casa. Apenas si me da tiempo de tomar mi chaqueta. "Párate ahí ", me señala un rincón del pórtico, escondido por un tronco que atraviesa la pieza. "Adelante", me alienta.

Hago lo que me dice y espero. El frío me empieza a molestar, así que me muevo para entrar un poquito en calor. De repente, mi teléfono suena. No puedo evitar sonreír al ver quién es. "Hola extraña", la saludo, "¿qué pasa?". Espero paciente escuchar su voz, pero ésta tarda en llegar.

Al Final del DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora