Capitulo 15.

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"Lloraré tu adiós, y reirá el dolor pero amarte en esta vida es resistir, luchar. Vencer la eternidad" 


Una noche oscura, fría. Los árboles se regocijaban entonando la melodía de la muerte.


Esto acabaría mal... Lo presentía de alguna forma.


– Hermano... - las lágrimas salieron sin aviso, sin mi permiso.

– Al final viniste por ellos. – aquello que cubría su cabeza y parte de su rostro cayó. No pude equivocarme. Era él. – Ruby. Edward ¿Aún pueden levantarse? – limpie mis lágrimas y asentí. – bien. – apenas me vio pero sentí claramente que nos analizó a ambos al instante. Él estaba más preocupado por Edward que aún estaba mal herido y tirado en el piso.


Parecía un cadáver. Eso me aterró.


– Oh. Francis. – lo que sea que haya tenido escondido bajo su manga fue directo a Edward. Arrastrándose como una serpiente, sigzagueando entre las hojas podridas del suelo.

– ¡No! – empuñe aún más el báculo contra mí y desesperada cubrí a mi hermano con un gran trozo de tronco muy duro.

– ¡Quieto! – Francis jaló las cadenas retrocediendo al enemigo. – Haslo ya.

– ¿Tan rápido? – la mirada de fastidio y enojo de Francis hacia aquella otra persona a su lado me dió pánico por un momento. – Ahg. Muy bien, como ordenes.


Un círculo de transmutación se formó cubierta de luz dorada.


Sus manos habían tocado el piso y alrededor de la cadenas de Francis una potente luz violeta lo cubrió al instante entrelazando lo que parecía un conexión.

– ¿Creen que con esto bastará? – el espectro sonrió con sorna hacia mí. – No me hagan reír. 


Mis ojos quedaron abiertos por la sorpresiva idea que tuve. 


 - ¡¡EDWARD!! - se escuchó el eco de la madera siendo dañada por un golpe sordo. 

Me levante de inmediato. Aquello que hice para protegerlo no había sido nada para esa cosa que traspaso sin problemas lo que logre levantar desesperada. Me quedé helada a medio camino. Edward lanzó un grito ahogado seguido de una mueca de dolor. 

- No... 

- Ut peccatis combusta innocentes sanguinem sanctorum et malum comprimi uti nomine ... - escuchaba a mi hermano mayor hablar. Bajo los pies del espectro lo encerraba un barrera octagonal y el claro sello divino. - Ego alligatum oblivio: et essentia tua, labefactare possit. Et nomen sanctum ejus, Christi Domini. - los gritos desesperados que sonaban inhumanos para todos terminaron por explotar en un desgarrador aullido agudo.

- Le daré el golpe de gracia...

Una helada presencia pasó a mi lado, caminaba lento agarrando con pesadez su hombro.

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