Capítulo 25 *SÍ, ES UN ESPECTÁCULO PRECIOSO ALEC*

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Narra Magnus-

Sencillamente me mató, me fascinó.

No pude apartar mis pupilas del rostro de Alec, esa hermosa cara bañada con mi semen, mientras él me miraba con intensidad, con esas pupilas azules que me tenían maravillado. Esa mirada; mezcla de inocencia y perversión, recogiendo con su dedo y luego saboreando con esa lengua hecha para dar placer.

Era la primera vez que él hacía algo así, tan sucio, morboso y a la vez tan hipnotizante. Alexander era todo un sueño hecho realidad. Era como una ofrenda para mí. Él era todo lo que yo siempre había deseado en una persona; un envoltorio bonito, que escondía un regalo todavía mejor, una persona buena y honesta, que se transformaba en otra bien distinta, apasionada y ardiente, a la que no le importaba experimentar y jugar conmigo.

Una persona que cada vez tenía menos prejuicios en la cama.

Creo que fue a partir de esa noche tan lujuriosa, cuando yo empecé a verlo con otros ojos. 

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Una noche decidimos salir a disfrutar de uno de esos espectáculos de fuego que nos ofrecía la isla

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Una noche decidimos salir a disfrutar de uno de esos espectáculos de fuego que nos ofrecía la isla. Después de cenar en un restaurante típico de la zona, nos fuimos a la playa de Chaweng, y nos sentamos a una distancia prudencial para evitar posibles quemaduras. El espectáculo resultaba hipnótico, pero también un poco peligroso. Después de que los malabaristas terminaran, les di una suculenta propina, y decidimos quedarnos a ver la llegada de un nuevo día.

Yo sabía que las vistas del amanecer eran espectaculares en esta playa, así que esa tarde decidimos hacer una buena siesta, para así poder estar frescos y descansados, y aguantar toda la noche sin dormir.

Aprovechando la magia y el refugio que nos otorgaba la oscuridad de la noche, nos encaminamos tomados de la mano hacia la orilla de la playa, como una pareja más de enamorados, con la peculiaridad de que nosotros éramos amantes y no estábamos enamorados, o por lo menos eso es lo que yo me repetía mentalmente, cada vez que mis ojos se quedaban absortos y embobados mirando a Alec. Íbamos descalzos, con nuestros zapatos en la otra mano, y una mirada cómplice en la cara de ambos.

La noche era perfecta e invitaba a pasear, la temperatura era muy agradable, no hacía ni frío ni calor. Enrollamos los bajos de los pantalones para evitar que estos se mojaran, y nos dedicamos a caminar tranquilamente por la orilla de la playa. Una luna llena, preciosa y espectacular, acompañada de una corte de estrellas esparcidas aquí y allá (estrellas que para mi gusto brillaban menos que las pupilas de Alec) nos acompañaban en el paseo e iluminaban nuestros radiantes rostros. La luna se reflejaba en las oscuras aguas nocturnas, logrando que estas centelleasen. Apenas había olas, el mar estaba relativamente quieto, parecía dormido y en aparente calma, igual que yo mismo, que por fuera mi aspecto era muy tranquilo y sin embargo por dentro no era así. Mi corazón parecía latir más deprisa, y se encontraba agitado. Un capullo se abría, y daba paso a un revuelo de unas visibles y coloridas alas de mariposa que habían decidido adueñarse de mi estómago.

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