Alec y Jace son neoyorquinos, pero se han mudado a la ciudad de los Ángeles, para ir a la universidad donde ambos han sido aceptados. Ellos necesitan dinero, para pagar el préstamo de sus carreras universitarias.
Ese verano, Jace encuentra trabajo...
-¡Fiuu! Estás impresionante querida. -silbo con admiración. Su boca de labios generosos, pintados en un carmín rojo intenso, se curva en una generosa y ascendente sonrisa. Sus preciosos ojos esmeraldas, maquillados discretamente con delineador negro y sombras plateadas, me miran complacidos. Sus pequeños pies embutidos en unas altas sandalias de tacón negro, giran danzarines en un suelo de mármol blanco, dando vueltas completas alrededor mío.
Parece una hermosa rosa roja de talle largo, bailando solitaria en un blanco manto de nieve.
Su elegante vestido de seda rojo sangre, se ajusta con delicadeza a las suaves curvas de su cuerpo, realzando toda su magnífica belleza natural. Su escote insinúa más que muestra. Su perfecta y pálida piel, contrasta perfectamente con el rojo de la suave tela que la envuelve, y con sus carnosos labios.
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-Tú sí que estás guapo hoy. -comenta atrapando entre sus dedos, un delicado rizo de su perfecta melena dorada, peinada como las grandes divas de los años cincuenta- Rezumas elegancia por los cuatro costados. ¿Estás nervioso?
-¡Yo siempre estoy guapo! -le lanzo un guiño- Y bueno, te mentiría si te dijese que estoy tranquilo del todo.
-¡Jajaja! Tan humilde como siempre querido. -inquiere rodando sus ojos- Pues no lo estés. Sé que te lo van a dar. Te lo mereces. Estoy completamente segura de eso. ¿Sabes? tengo un palpito aquí. -posa su pequeña mano encima de su pecho.
-Yo ahí solo veo un pequeño y tentador pecho, escondido en ese escote sugerente. -señalo el lugar y alzo repetidamente las cejas, regalándole una mirada pícara.
-Serás tonto. -deja escapar una risa, y me da un codazo en las costillas- ¿Es qué nunca vas a cambiar? ¿No se supone qué estás enamorado de Alec? ¿Qué haces entonces coqueteando conmigo, Magnus Bane?
-Por supuesto que estoy enamorado de Alec, pero una cosa no quita la otra querida. Tengo ojos, y estos saben apreciar la belleza.
-¿No sabes todavía nada de él? -investiga cambiando la jocosidad de antes por un tono más serio.
-Pues por desgracia no. -hice una mueca de disgusto- El detective privado al que contraté, todavía no ha conseguido dar con su paradero. Parece que se hubiese esfumado. Es como si se lo hubiese tragado la tierra de manera literal. -afortunada tierra pensé, pues yo también quería tragármelo entero, bueno, por lo menos una parte de su cuerpo.... Vosotros ya me entendéis- Hace ya unos pocos meses, que nadie sabe nada de él. Pero tengo esperanzas de que algún día lo encontraré.
-Claro que sí Magnus. -me acaricia la mejilla con el dorso de su mano en un gesto cariñoso, al ver la repentina tristeza que ha invadido mi mirada- No te me aflijas ni te me vengas abajo, que hoy va a ser tu noche ya lo verás. Y ahora venga, vámonos, que no debemos llegar tarde a la ceremonia.
