Capítulo 41 *¿PERO A QUIÉN TENÍA YO POR NOVIO, A PINOCHO?

476 54 213
                                    

Narra Alec-

No puedo negar que me gustó hacer el amor con él, y que tuve un intenso orgasmo. Jonathan fue dulce, tierno, cariñoso y considerado conmigo, pero a pesar de ello, no sentí los fuegos artificiales que había sentido estando con Magnus.

Cuando estaba de esa manera con mi odiado, y a pesar de ello no olvidado ex, creía que me iba a deshacer en cualquier momento con sus caricias, sentía que moría y renacía cuando él me susurraba que me amaba, mientras empujaba entre mis piernas.

Magnus me hacía volar, me elevaba hasta el cielo; con él tocaba las nubes y hasta el sol, me derretía entre sus brazos, y lograba que yo soñara despierto y que quisiese más.

Con Jonathan esto no me pasaba; con él todo era tranquilo, calmado y placentero. Con él todo era tan sencillo.

Tan, demasiado fácil....

No puedo decir que no sintiese cariño, y que no lo quisiese, pero hoy en día sé con certeza, que no estaba enamorado, simplemente me dejé querer.

Con Magnus no eran solamente mariposas lo que había sentido en mi interior, con él, había sentido hormigas recorriendo mi cuerpo, cuando sus dedos trepaban por mi piel, abejas zumbando en mis oídos cuando sus palabras rezumaban miel.

Magnus era mi luz y yo la polilla que giraba en torno a él.

A pesar de eso me engañé a mí mismo, autoconvenciéndome y diciéndome que amaba a Jonathan, y que simplemente lo nuestro era más tranquilo y menos apasionado que lo que sentí por Magnus. Me dije que cada pareja era diferente, que eso no significaba que fuese menos importante nuestro amor, ni que yo lo quisiese menos.

¡Qué tonto e iluso fui!

¡Cómo si hubiese otras maneras de entregarse al amor!

El amor es como el mar. El amor es como una gigantesca ola que cuando llega te arrasa, te envuelve, y a veces hasta te ahoga, pero luego, cuando el agua se aleja de tu piel, y la arena cosquillea entre los dedos de tus pies, te sientes vacío y perdido por unos instantes, ansiando más de sus caricias, de su roce. Es entonces, cuando posas tus ojos en el inmenso horizonte azul que parece no tener fin, y una sensación de belleza, calma, paz y armonía inunda todo tu ser.

Porque el amor es a ratos caos y a ratos sosiego.

A pesar de todo ese maremágnum de sentimientos que yo atravesaba, a partir del día que hice el amor con Jonathan, nuestra relación se volvió más intensa. 

Nos convertimos en novios oficiales.

Su madre y Clary, se tomaron la noticia con mucha alegría y entusiasmo, pues decían que yo era una buena influencia para él, y que desde que estábamos juntos, Jonathan estaba más calmado y menos rebelde.

Ahora me había convertido en cuñado también de mi amigo Jace.

¿Quién nos hubiera dicho a los dos, hace meses que acabaríamos compartiendo suegra?

Prácticamente vivía más en su piso que en el que compartía con mi amigo, así que al poco tiempo, me traslade a vivir con él. Jace no podía hacer frente a todos los gastos económicos, que le suponía el vivir solo. Su novia Clary estaba estudiando y no trabajaba, con lo que no tuvo más remedio que buscarse un nuevo compañero de piso; Jordan, un chico que iba a su clase, alto, deportista, sano, de apariencia fuerte, aunque tranquilo y amable en el trato, fue finalmente el elegido.

Jonathan no quiso que yo compartiera los gastos del alquiler con él. Tampoco dejaba que yo pagase la comida, ni la luz, ni nada de nada. Al principio me decía que tenía unos dinerillos ahorrados, de un trabajo anterior y que no necesitaba de mi dinero.

CHANTAJE EMOCIONALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora