Capítulo 10 *¿EN SERIO CREES ESO?*

789 75 205
                                    

Narra Alec-

-Dulzura, simplemente te estoy besando, y estás en mi cama. No es algo que no hayamos hecho ya está mañana. -me dijo Magnus con voz extrañamente amable y dulce.

Me había despertado al sentir una especie de roce en mi cuello, y cuál fue mi desagradable sorpresa, al abrir mis ojos, y ver a Magnus prácticamente a horcajadas encima de mí.

Deslicé una rápida ojeada por toda la habitación; estaba un poco confuso y perdido. Me encontraba en una gran cama, con la mascota de Magnus durmiendo a mi lado.

-¿Por qué estoy en tu cama? -indagué confuso- ¿Qué ha pasado?

-¿Es qué no recuerdas que paso Alexander? ¿No te acuerdas de nada? -preguntó perplejo y sorprendido.

Giré mi cabeza hacia su lado, y de repente, sentí una fuerte punzada de dolor. Sujeté mis sienes con ambas manos, presionando con fuerza, intentando atenuar así un poco el dolor.

La cabeza parecía que me iba a estallar.

Magnus se había bajado de mi cuerpo y estaba sentado a mi lado. 

Su espalda se apoyaba en el cabezal de la cama. Sus largas piernas enfundadas en unos vaqueros azul claro, rasgados y descoloridos, cruzadas una encima de la otra. Presi estaba en su regazo. Unos dedos morenos con numerosos anillos de plata en ellos, acariciaban la cabecita del gato, que ya se había despertado por completo y ronroneaba de placer, por las caricias que su dueño le prodigaba.

Los ojos de Magnus no dejaban de mirarme con algo parecido a la decepción.

-¿Qué intentabas hacer? ¿Violarme? -inquirí gritando a viva voz, y lanzando a continuación un grito de dolor.

-¿Qué te ocurre Alexander? -curioseó, alzando la voz Magnus. Rápidamente ladeó su cabeza y me miró con preocupación, tomando mi mentón con sus dedos, para que yo lo mirase directamente a los ojos- ¿Te encuentras mal?

-¡Quita, no me toques pervertido! -quité de un fuerte empujón su mano de mi rostro- ¡Ni me grites! -tapé mis orejas con las palmas de mis manos- ¡Joder, la cabeza me va a explotar!

-Normal que te duela. Tienes resaca. Ahora diré que te preparen un zumo de naranjas, y te daré un analgésico.

-¡No quiero nada de ti! Solo quiero que contestes a mis preguntas.

-No seas tan necio y déjate ayudar. ¿Qué crees que voy a poner... cianuro en el zumo? -me lanzó una mirada inquisidora- Solo pretendo aliviar tu dolor de cabeza. Ahora vendré y entonces te contestaré a todo lo que quieras saber.

Magnus salió de la habitación con Presi enroscado en su brazo.

¿Por qué me dolía tanto la cabeza? ¿Por qué Magnus me decía que era por la resaca?

Yo no recordaba haber bebido nada de alcohol, es más, no recordaba nada. ¿Qué había pasado, entre nosotros? Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas. ¿Me habría emborrachado Magnus tratando así de seducirme?

¡Joder, igual yo ya no era virgen, y ni siquiera me había enterado!

Yo sabía perfectamente que llevaba mi camiseta, pero...

¿Y mis pantalones? ¿los llevaba? Tal vez él me los había quitado para así poder....

No pude evitar notar como mis mejillas se calentaban al imaginarme esa escena.

Rápidamente levanté las sabanas, y di un fuerte suspiro de alivio. Estaba vestido; seguía llevando mi pantalón deportivo, aunque bueno... eso no significaba nada.

CHANTAJE EMOCIONALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora