Day 6: Ese tiempo no existe.

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Entre los estantes repletos de libros se escribe una historia.

Cuando los clientes cesan su andar, a la trastienda se dirigen dos amantes luego de coincidir en una mirada picara, que partió de los maestros de literatura clásica europea, hasta llegar al borde de la ciencia ficción.

Se mueven sin verse de forma directa, coqueteo que simula discreción, y resulta más bien descarado.

En su sitio de encuentro los preámbulos se descartan, y con ello cualquier decoro o recato.

A través su entrega, pasión y devoción, sus caricias y besos opacan a las promesas y los suspiros del romance. La divulgación científica se sonroja al presenciar el derroche de oxitocina, dopamina y demás sustanciar que intervienen en la neuroquímica del amor. Hay risitas avergonzadas que se mezclan con aullidos salvajes ahí, en el suspenso y terror, pues ninguno de sus monstruos se resiste al apetito encendido al fondo del establecimiento, o se compara con el horror fascinante que conlleva amar. Del lado de la espiritualidad se murmura de hilos rojos, almas gemelas, y se susurran bendiciones.

Los amantes no son conscientes de sus espectadores, no reconocen lo ajeno al universo creado en la ausencia de aliento, los latidos, el deseo y anhelo, la dicha y la contemplación de la alegría compartida. Se complementan e ignoran al resto.

Los libros, en cambio, permanecen expectantes, atentos, y se alarman al sentir en el ambiente una distorsión. Es un anuncio breve proveniente de la lejanía, de una isla en los confines de la realidad que han armado para sí, Chuuya y Dazai.

Las hojas se tensan.

La tinta se endurece.

Los sueños reunidos en la librería, sentados en los estantes, alzan guardia y advierten que la tormenta está por llegar a las costas del paraíso... y que nada pueden hacer.

Para quienes se han amado en ese resquicio de la humanidad, sin volver la vista atrás, ya no existen los días previos a la calma. Los han olvidado con los años. Ese tiempo no existe. Para el infierno que dejaron en Yokohama y sus monstruos, nunca ha estado más presente, y al haberlos encontrado por fin, se preparan para reclamar sus almas y destruir sus corazones.

Una vez se ha vivido en las sombras se ve la luz por instantes, pero las sombras nunca olvidan, siempre vuelven, dispuestas a consumir la felicidad en su totalidad.

Black Rose [#SoukokuWeek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora