Hola acabo de terminar de leer esta historia y me fascino tanto, que he decido compartirla con ustedes. Es super tierna y romántica . En esta historia Dulce tiene una enfermedad poco común que irán descubriendo poco a poco. Tiene un mensaje tan hermoso, sigo flotando en la nube en la que me dejo. espero les guste tanto como a mi.
Un día de lluvia. ¿Era tanto pedir un solo día de lluvia?
Necesitaba sentirla. No solo por dentro, inundándola cada segundo de cada hora como un manto que la dejaba entumecida. Ella necesitaba la lluvia que empapa el rostro, hacía hormiguear las yemas de sus dedos, golpeaba su piel y provocaba que brotase esa sensación deliciosa de apreciar cada célula viva. Hacía mucho tiempo que no se sentía así, y para poder hacerlo solo pedía lluvia. Pero esta se paseaba ante ella, se relamía coqueta ante sus ojos, para no dejarse caer después. Pasaba los días mirando al cielo, esperando que alguno de aquellos amaneceres anaranjados y púrpuras se tornase gris, plomizo, y cargado de esperanza.
Pero no era así.
Elevó la mano para dejar que el aire acariciase su palma mientras movía los dedos arriba y abajo, aleteándolos como si tocase un piano invisible de aterciopeladas teclas de marfil. Contempló unos segundos bailar los cordones coloridos de sus pulseras, movidos por el viento. Dejó caer la cabeza sobre su brazo, tentada por sentir ese mismo aire revolucionando su flequillo y besarle las mejillas. No había disfrutado ni un segundo de la sensación apaciguante de paz, cuando esta le fue arrebatada.
—Deberías meter la cabeza, no es seguro —la reprendió su tía Shirley,
dejando de analizar la carretera para mirarla angustiada por la preocupación. Y esperó a que se separase de la ventanilla.
La tía Shirley intentaba que no se le notase tanto como a mamá. Se había pasado la vida criticando la manera de educarla y cuidarla de su madre, asegurando que no podía sobreprotegerla de aquella forma asfixiante. Sin embargo, desde que esta murió y había recaído sobre ella la responsabilidad de cuidarla, la cosa había cambiado drásticamente. Cada vez veía con más frecuencia la tensión en su entrecejo al mirarla, cómo abría los ojos y contenía el aliento cuando imaginaba los peligros que podía suponerle alguna actividad de su vida diaria, o como la observaba de reojo aparentando no estar vigilándola en cada momento.
Por eso entendía que se hubiese sentido sobrepasada por la situación. Su tía había llegado a los cuarenta y cinco años, soltera, por elección propia. Su carácter alegre, jovial, y desenfadado, sumado a sus grandes ojos violetas, su cabello dorado, y su sonrisa amplía y juguetona, le habían agenciado una gran lista de pretendientes que no habían dejado de acecharla desde la pubertad. Muchos habían intentado desde entonces conseguir atar a la que había sido considerada, la fierecilla indomable de los Connolly. Pero si se hubiesen molestado un poco más en conocerla y menos en cortejarla, para hacerse con el premio, se habrían dado cuenta de que jamás habían tenido una oportunidad. Su tía Shirley siempre había sido su heroína. Admiraba su ansia de libertad, su energía, lo intrépida que había sido cada minuto de su vida y como se había enfrentado a las reglas impuestas, a lo establecido.
No como ella.
Su tía había vivido sin miedo y sin normas, sin importarle lo que pensasen los demás, hasta ese momento. Una de las cosas que no había querido eran hijos que la atasen a una vida ordinaria. Y ahora, tras la muerte de su única hermana, se había visto obligada a hacerse cargo de su sobrina. Si un hijo normal le había supuesto un ancla demasiado pesada, hacerse cargo de alguien como ella, la estaba apagando día a día. La veía consumirse y perder el brillo por minutos, y no quería que eso pasara. No por su culpa. Se negaba a verla convertirse en el reflejo gris de su propia hermana.
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Los Días Grises y Tu Mirada
FanfictionDulce es diferente desde el día de su nacimiento. Su naturaleza la convierte en una entre un millón. Pero eso no la hizo sentir especial. Muy al contrario, la obligó a vivir en una burbuja que la protegía del mundo, y de ella misma. Tras la muerte d...