Capítulo 1.

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<<4 años antes>>

- Lehna no olvides escribirme o iré a buscarte yo mismo para ver si estás bien- Castiel me miró con su clásica cara de bobo acusadora, claro que yo era la única que podía llamarle así sin que incendie toda la ciudad del enojo.

- Calla bobo, pareciera que realmente estas triste por no volverme a ver- reí levemente viéndolo frente a mí.

La verdad sí esperaba que esté un poco triste por mi partida, no quería irme de la ciudad y menos quería dejar a mi mejor amigo, pero mis padres no me dejaban más opción que irme con ellos. Bueno algo de razón tenían claro, solo tengo catorce años, no puedo arreglarme sola en la ciudad.

- ¿Triste? No me hagas reír, eres una niña si aún sigues pensando que yo puedo ponerme triste por algo- me dedicó una de sus típicas sonrisas burlonas, aunque no era como siempre, sus ojos grises estaban más oscuros de lo normal, del color de una tormenta a punto de desatarse.

- No te creo nada- sonrío apenas tratando de no llorar- sé que vas a extrañar a la chica enana de ojos celestes que siempre te molesta como si fuera una niña, o la que te hace comprar chocolates cada vez que pasamos frente a una tienda de dulces, o la que te roba los buzos enormes, o...- no me dejó terminar, se había tirado sobre mi envolviéndome en un abrazo, creo que se había dado cuenta de las pequeñas lágrimas en mis ojos.

- Calla tonta o vas a largarte a llorar y sabes que odio cuando lo haces- susurra bajito en mi oído.

Y eso hice, solo me callé disfrutando del abrazo que la verdad no pasaba muy seguido. Odiaba las despedidas, y más si era con la persona que desde niña siempre había estado conmigo.

Así fue como nos despedimos, antes de irme de la ciudad para pasar tres horribles años en una escuela diferente, con personas que no conocía, sin amigos, extrañando cada momento con Castiel y mis antiguos amigos y solo esperando algo que no estaba segura de que se volvieran a repetir, volver a verlos.

...

<<Actualidad>>

Estaba mirando por la ventana del avión con los auriculares puestos, dejando que los pensamientos me invadieran. No podía esperar más para bajar y poder abrazar a Castiel una vez más, tenía tantas cosas que contarle. Claro que había cumplido con mi promesa de no dejar de escribirle, aunque contarle las cosas en persona era mucho mejor que a través de una pantalla, además de que me había dicho que tenía un nuevo look y no quiso mostrarme ni una foto, todo para que fuese una sorpresa.

Seguramente se estén preguntando por mis padres ¿verdad? Bueno, ellos al fin me dejaron volver a la ciudad sola, ya que consideraban que tenía la edad suficiente, aunque con la única condición de que viviría en casa de Castiel y nunca estaría del todo sola. No podía creer que pensaran que Castiel era más cuidadoso que yo, y todo porque estaba emancipado, probablemente yo sería la que terminara haciendo las cosas de la casa. Pero no podía quejarme, había conseguido al fin que me dejaran volver y estaba más que feliz por eso.

Una vez había bajado del avión y recogido las maletas, estaba caminando fuera del aeropuerto con una gran sonrisa esperando ver la cara de Castiel, que quedó en buscarme a la salida. Revisé una vez más el celular para ver si tenía un nuevo mensaje de él. Nada, ni un mensaje. Empecé a buscar con la mirada para ver si lo encontraba por algún lado, pero no, hasta que me concentre en un chico pelirrojo con una chaqueta de cuero negra y remera roja que estaba mirándome, y al notar que también lo veía simplemente se rio. ¿Qué le pasaba?

Suspiré levemente negando, ya desde lejos parecía un idiota, aunque me sorprendí un poco cuando empezó a caminar en mi dirección. Aun lo miraba raro aunque algo de él me resultaba demasiado familiar y no tenía idea de porqué. No fue hasta que lo tuve frente a mí viéndome, que noté sus ojos grises y su sonrisa burlona. No puede ser...

- Al final no notaste ¿Verdad enana?- me tiré encima de él sin pensarlo dos veces mientras él reía sosteniéndome en brazos y alzándome en ellos, sin dejar que toque el suelo.

- ¿Esperabas que te reconociera con el pelo rojo y ropa diferente a la que solías usar?- río feliz de por fin poder estar con él otra vez- Además ni siquiera querías dejarme ver cómo te veías.

Castiel me soltó levemente después de unos cinco minutos y me sonrió burlonamente. Nunca había dejado que lo abrace durante tanto tiempo, pero creo que esta vez ambos lo necesitábamos.

- Ya dejemos tanto amor para después, debo llevarte a casa-empezó a caminar hasta donde se suponía que tenía el auto hasta que tire levemente de su manga para que frenara- ¿Qué tienes?

- Cas... ¿Me llevas en tu espalda hasta el auto?- sonreí tal como lo hacía de niña, esperaba que sí funcionara.

Me miró por unos segundos para luego reír negando y seguir caminando. No me quedó otra opción que seguirlo, así que camine algo rápido hasta estar a la par de él. Afortunadamente decía la verdad, el auto no estaba estacionado demasiado lejos.

El viaje fue entretenido aunque no duró demasiado, pusimos música a todo volumen, nos reímos con viejas anécdotas de nuestra niñez y me habló sobre cómo sería nuestra vida ahora en casa.

Luego de un rato ya estábamos en la casa, se había hecho la tarde bastante rápido. Dejé mis cosas en la habitación frente a la de Castiel, era bastante amplia y había una cama bastante grande con muchísimos peluches sobre ella. Sonreí al ver todo tal cual como hacía tres años, esa habitación era la que yo había usado muchas veces para dormir siempre que me invitaban a la casa.

- No puedo creer que no haya quemado todos los peluches- reí levemente ante mi propio comentario, Castiel siempre había odiado que tenga tantos peluches, pero de alguna forma los había conservado.

- Ni yo puedo creerlo Lehna... es más, dejé la habitación tal como la última vez que viniste- apareció por la puerta de la nada, y como yo estaba de espaldas a estas me hizo pegar un salto del susto.

- ¡Eyyy casi me da un infarto torpe!- lo miré algo acusadora y golpeé su brazo sin demasiada fuerza.

Lo único que conseguí es que soltara una carcajada y luego de esto fue a tirarse sobre mi cama lanzando fuera de ésta varios peluches.

- Ahora sin tantos peluches y con un chico súper sexy tu cama se ve mucho mejor- me sonrió desde ahí- mira hasta ahora me estoy divirtiendo, pero de seguro te volverás la misma insoportable de siempre.

Me senté a un lado de él en canastita recostándome contra la pared sin dejar de verlo, era increíble lo que habíamos cambiado tan solo en cuatro años.

- Y aun así me extrañaste, creo que no te molesté lo suficiente como para que no quieras verme nunca más...- murmuré sonriendo algo cansada luego de todo el viaje y cerré los ojos.

Hasta los mejores amigos caen ~ Fanfic CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora