Corazón y Melodía (en pausa/reescribiendo)

Capitulo 1

-Tu...

-Yo...

-Tu debes conocerla bien, pues estuvo en tu grupo de taller el año pasado, es Denisse.

Mi mundo se derrumbó, la tierra se esfumó bajo mis pies y un frío helado me recorrió todo el cuerpo sintiéndome como la chica más estúpida del planeta.- ¡Estúpida!- me reproché mentalmente.

Lo primero que salió de mi boca después de algunos segundos de shock, que para mí fueron cerca de medio siglo, fue:

-¿Cómo es que la conociste si ella ya ni siquiera va en esta escuela?

-Se sentó junto a mi en el autobús y yo traía puesta la playera de deportes que trae bordado el grado y grupo al que pertenecemos  y por eso se me quedó mirando y me preguntó si conocía a algunos de nuestros compañeros, al llegar a ti, le conté que eras mi mejor amiga, platicamos sobre ti, tanto que, me pase un poco de la parada donde me iba a bajar sin darme cuenta, hasta que ella se tuvo que bajar, a lo que yo la seguí, nos quedamos en la acera platicando cerca de una hora. Después de ese día nos hemos encontrado varias veces en el camión y la verdad es que me gusta mucho y hoy pienso declararme, por eso quise confesarte esto que había traído pensando hace unos días, quería que fueras la primera en saberlo pues no sé como darte las gracias-abrí los ojos como platos y al ver mi expresión, continuó- en cierto modo tu nos uniste, de no haber sido por ti, no hubiéramos platicado tanto ese día.

Caos, vacío, un abismo oscuro me absorbió, no sé como siguió la plática realmente, solo veía que seguí a moviendo sus labios pero sus palabras no llegaban a mi, solo asentía de ve en cuando con un movimiento de cabeza, mi reacción fue recién iniciado el receso cuando mis amigas me preguntaron los detalles de la confesión, no tuve el valor para contarles nada, me escabullí hasta que acabaron las clases para salir corriendo de la escuela, por eso y por que, según la tradición de la escuela, cada cumpleañero recibía un bombardeo de huevos crudos, harina y confeti al salir de clases, ya la cafetería de la escuela había hecho negocio con la tradición vendiendo todos los materiales para la humillación anual de cada alumno.

Al llegar a casa me encerré en mi habitación, no hice aso de mis tíos que me saludaban, solo quería llorar y pensar, ¿Había sido acaso todo obra de mi imaginación?, no, no lo creo, mis  amigas fueron las primeras en notarlo, ¿había jugado conmigo? no, él no se atrevería a hacer eso ¿qué rayos pasó? no lo sé, estaba tan avergonzada. Esa chica había sido mi peor pesadilla el año anterior,mi error fue que nunca le dije el nombre de mi némesis a Daniel, era antinatural, mi mejor amigo y mi peor enemiga ¿juntos? y ¿por mi? claramente debía ser una broma. Lo peor de todo estaba por suceder pues comenzaron a salir como novios y yo, como su mejor amiga, al transcurrir el tiempo, me contaba todos los detalles de su relación, si salían, a donde, me consultaba para regalarle algún detalle, si peleaban, me pedía consejos para reconciliarse y yo, como una tonta y por cierto, una tonta masoquista, quise hacerme la buena amiga, si estar con ella, lo hacía felíz debía esforzarme por que funcionara su relación muy a pesar de que de vez en cuando llegara a mi casa a llorar por él, o por como lo trataba de vez en cuando, me ponía furiosa, ella que lo tenía  a su lado, lo maltrataba pues al ser una gran deportista tenía un cuerpo atlético y su rostro tenía facciones muy lindas, estaba acostumbrada a traer a los chicos detrás de ella... oh! pero el la quería, nada podía hacerse.

Pasó el tiempo, nos graduamos, Daniel y yo nos distanciamos pues se tuvo que mudar, no supe más de él. 

Un poco después, fui a casa de Laura, una de mis amigas a pasar la noche en su casa, estuvimos viendo videos y comiendo nachos, hasta que puso una canción que le encantaba y cantó a todo pulmón jajaja, cabe decir que mi pobre amiga tenía de oído musical lo que yo tengo de experiencia en novios, en el coro empecé a cantar yo también para no dejar correr la canción mientras ella tomaba agua aunque justo en ese momento entró su hermano a la habitación a quejarse por la pobre urraca a la que estábamos torturando según él.