Es difícil olvidar a esa persona con la que hiciste muchas cosas por primera vez.
Viajar en avión hasta la Isla Jeju sólo para ver la puesta de sol en el mar era grandioso, aunque meterte en la cosa esa que parece piscina a la que le salen burbujas era también una gran experiencia. Por supuesto que ese parfait de frutas de la tienda francesa de la esquina de la quinta avenida era delicioso, más aún si se lo comía directamente de la boca de Hyunie, pero sin duda uno de los placeres más grandes de la vida era la comida hecha en casa por su amante.
Era absolutamente delicioso en muchos sentidos.
Poco más de seis meses habían transcurrido desde habían estado compartiendo cama, suficiente tiempo como para que ambos hombres se hayan vuelto más cercanos, lo suficiente como para que conocieran cada mínimo detalle de la personalidad del otro; eran tan íntimos que llegaron a un nivel de entendimiento que les permitía comunicarse sólo con intercambio de miradas, gestos y roces. Ellos nunca peleaban, y si lo hacían sólo dejaban de hablarse por unas horas, no había nada que no se solucionara con una charla seguida de una ronda de sexo salvaje, o al menos era lo que Jimin esperaba, pero que casi nunca sucedía.
Junghyun era demasiado... "tierno", por así decirlo.
No eran los millones que le sobraban, tampoco su auto último modelo, o incluso su trabajado cuerpo de infarto (bueno, eso sí), no era la hermosa sonrisa que enloquecía a las señoritas que le echaban un ojo, era su amabilidad, generosidad, carisma, inteligencia, podría incluso escribir un libro mencionando solamente sus cualidades, pero si acaso lo hiciera lo mancharía con la cantidad de baba que se le caería, o al menos Taehyung siempre lo fastidiaba con ese chiste. Es cierto, Jimin estaba más que perdido, como nunca lo había estado en su vida, el hombre con los fuertes pectorales y colonia amaderada era capaz de llevarlo al cielo o al infierno, lo que se venía primero, con sólo un beso.
Su amante era tan benevolente que a veces pecaba de tonto, su sentido del humor podía enamorar a cualquiera, pero si hubiera algo que verdaderamente volvía loco a Jimin era el ingenio que poseía Jeon para convertir cada segundo en un momento único, vergonzoso pero mágico, como si Jimin estuviera dentro de alguna de esas historias cliché de comedia romántica, Jeon Junghyun era un completo idiota experto en el romanticismo y la galantería.
A menudo Jimin pensaba que él realmente había muerto esa mañana al ser atropellado y que todo lo que había estado viviendo hasta allí había sido una ilusión, eran varias las noches en las que despertaba agitado con el sudor resbalando en su frente sólo para ver si su amante estaba allí a su lado, confirmando así la realidad de que todo eso no se trataba de un sueño, esas noches se aferraba a su pecho más que nunca e intentaba penosamente dormir de nuevo.
El amor cambia a las personas, ¿no es así?
Aún así Jimin creía que él seguía siendo el mismo de siempre, sólo que... más feliz.
Desde el día que lo conoció Jeon se había convertido en su guardián, su amigo, su compañero... y finalmente su amante.
Pese a la confianza que el chico le profesaba, habían cosas que ignoraba de Jeon, como dónde era su casa, el nombre de sus padres, o incluso cómo era su padre o su hermano, o por qué habían ocasiones en las que debía ausentarse hasta por semanas, aún así Jimin confiaba en él y lo amaba, eran esos pequeños misterios los que lo atrapaban aún más considerando al hombre interesante.
— Jimin — unos brazos lo rodearon por la espalda en un abrazo que sacó al chico novelista de su análisis mental — ya estoy aquí.
El corazón de Jimin se aceleró tanto que incluso podía contar los golpes que sentía en su pecho.
— Dios — cerrando los ojos ofreció su cuello a que le dejasen una marca - por fin estás aquí, estaba muriendo.
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My Dear Jeon [Kookmin]
FanfictionTodo lo que quiero es... todo lo que necesito es a alguien como tú. ◇ Contenido para adultos. ♡ Vocabulario vulgar. ♤ Jungkook activo.