Capítulo 3

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Querida Una,

Hoy, me ha sucedido algo muy extraño con mi jefe. Me ha cargado como un saco de patatas sobre su hombro. ¿Te lo puedes creer? Trata a las personas como objetos. Definitivamente, Darrick Lyons es como mis padres.

Tu amiga, Eve

Después de desayunar, Eveleen no perdió el tiempo y, a las ocho en punto, llamó al despacho del señor. Un folio como el del día anterior ya la esperaba encima de su mesa de trabajo. Las cuatro pilas que había ordenado habían desaparecido y habían sido substituidas por una más pequeña.

Miró a su jefe, estaba absorto en una lectura. Hoy iba de negro, o eso es lo que parecía en esa habitación tan poco iluminada. No le gustaba, se asemejaba tanto a un sanguinario pistolero dispuesto a todo por un poco de oro, muy diferente al aspecto que tenía ayer con esa camisa blanca. No es que irradiara simpatía, pero al menos no parecía un forajido que a la menor contrariedad sacaría su látigo para cobrar venganza.

Sacudió la cabeza al darse cuenta que estaba conjeturando. No podía prejuzgar al señor Lyons sólo porque anoche había sido inflexible. Miró el papel de sus tareas y le sorprendió ver que una de ellas sería verificar las cuentas trimestrales de dos granjas.

¿Por qué el señor le daría ese tipo de trabajo?

No es que no supiera hacerlo, pero era algo muy importante para encargárselo a una recién llegada. Cuando leyó que por la tarde lo acompañaría a la granja "The Rampart", se olvidó de eso y, contenta, se puso a trabajar.

Darrick esperaba que Eveleen no saliese victoriosa en la revisión de las cuentas. Eran antiguas y constaban de algunas incoherencias. Motivo por el cual había despedido al contable que las había hecho. Eveleen había demostrado ser eficiente, pero no podía quedarse. No después de comprender que la atracción que sentía por ella le impedía que trabajara con normalidad.

La mañana pasó tranquila. Lyons sólo recibió dos visitas. Dos hombres que parecían tener alguna deuda con él. Eveleen apenas los miró porque estaba muy enfaenada por terminar de revisar las cuentas.

Y, cuando faltaba poco menos de media hora para que le sirvieran la comida al señor, Eveleen imprimió los pequeños informes de las dos cuentas que había revisado, una especie de balances donde explicaba las incoherencias que había encontrado.

Satisfecha, la joven se levantó y entregó los informes a su jefe.

-Espero que con esto sea suficiente. Si tiene alguna duda, la que sea, no dude en decírmela –manifestó Eveleen risueña.

Darrick examinaba esos reducidos balances donde, en apenas una ojeada, pudo ver las incongruencias de las cuentas. Reduciría mucho su tiempo de trabajo si tuviera más de aquellos cortos recuentos.

-Ve a comer, muchacha –le dijo Lyons sin mirarla.

Eveleen hizo una pequeña mueca de fastidio. Nunca la habían tratado así. No pedía que aplaudieran su trabajo, pero le hubiera gustado algún gesto de gratitud.

¡Demonios!, masculló Lyons cuando se quedó solo. No es que no la creyera cuando dijo que había estudiado administración de empresas, pero guardaba la esperanza que no tuviera la suficiente experiencia. Está bien, si iba a quedarse, tendría que hacer algo con las sensaciones que esa joven le producía.

***

Eveleen esperaba ansiosa que el señor Lyons regresara de comer. No quería hacerse ilusiones pensado que tendría tiempo de ver todos los rincones de la granja que iban a visitar, pero no podía evitarlo, tenía mucha ganas de pisar una y recordar los veranos con su abuela.

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