Capítulo 6

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Querida Una,

"The Wheel" es una granja inmensa. Estoy tan contenta de pasar unos días aquí. No sé cómo, pero pienso conocer cada rincón de esta granja.

Tu amiga, Eve

Los intentos de Eveleen por mostrarse cordial con su prometido no estaban dando ningún resultado. Es verdad que Darrick había dejado de insistir que le gustaban las comidas silenciosas, pero tampoco se implicaba en las conversaciones que iniciaba.

Estaba un poco desanimada por no haber progresado nada, pero estaba decidida a no rendirse. Sacaba cualquier tema a colación. No le importaba que él sólo hiciera un pequeño comentario y volviera a su plato.

Esa noche, la última cena que pasarían allí como personas solteras, Eveleen decidió mantenerse callada. No quería decir que fuera a rendirse, pero le apetecía comer tranquila y no estar comiéndose el coco sobre qué tema exponerle a Darrick.

Hoy comería tranquila.

-Me alegra ver que Fiona ya te ha enviado vestidos –comentó Darrick contemplándola mientras se sentaba.

-Sí, los envió esta tarde. En una nota decía que no pudo acabarlos antes porque la prioridad era el vestido de novia. Es muy bonito, gracias, Darrick.

Eveleen se había puesto uno de los tres vestidos que le había enviado Fiona. Era un vestido corte imperio por debajo de las rodillas, y de un color lavanda azulado precioso. Las mangas cortas tenían encaje y el escote cuadrado insinuaba el canalillo solamente cuando se inclinaba hacia delante.

La joven se había sorprendido cuando descubrió también zapatos y algún que otro accesorio a juego para los vestidos. Fiona había pensado en todo. Eveleen se había puesto los zapatos blancos de tacón bajo, pero dejó los accesorios, al fin y al cabo, sólo iba a asistir a una cena informal con Darrick.

También estaba agradecida que Fiona hubiera hecho caso de sus peticiones: vestidos no muy cortos, que no parecieran una segunda piel y que por encima de todo fueran cómodos. Ella le había dicho que intentaría cumplirlas, pero que también algunos tendrían algo de sensualidad ya que esa era la única forma de retener a un marido, le había dicho guiñándole un ojo.

-De nada –contestó Lyons y empezó a comer el entrante.

Eveleen lo miró.

Ya no existía para él.

Esos días, Darrick se había acostumbrado a que Eveleen vistiera ropas anchas. Hacía que no se distrajera con facilidad si tenía a su prometida cerca, pero ahora, con esos vestidos que empezaría a llevar no sabía si iba a poder controlarse.

Bueno, pensó, Alana tenía un cuerpo más voluptuoso y solía llevar vestidos más ceñidos y nunca había perdido la calma, así que no tenía nada que temer.

Miró a Eveleen. Le pareció extraño que no estuviera insistiendo en que participara en algún tema que pudiera sacar de esa cabecilla. Como por ejemplo, si había oído hablar del teleférico de Wescork, el único que había en Irlanda y que te llevaba a la isla de Dursey, donde sólo habitaban seis personas y centenares de ovejas.

Eso era lo más extraño que había oído de sus labios hasta entonces, y no pensaba que estuviera tan desesperada por hablar con alguien. ¿De dónde has sacado eso?, le había dicho, y ella le había respondido orgullosa que una vez había viajado en él con su abuela.

La verdad es que Eveleen estaba comenzando a hacerle sentir que ir a comer ya no era sólo una necesidad. Ahora, a veces incluso cuando estaba cansado en su despacho y se ponía a observarla, se preguntaba con que singulares o extraños temas le saldría. Se entretenía escuchándola, observando cómo intentaba que diera su opinión, aunque fuera trivial.

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