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—Tienes un ojo morado —fue lo que dijo Changbin para recibirme a primera hora con verme a unos metros de distancia.

Genial, no lo había ocultado tan bien como creí por la mañana. Tendría que preguntarle a mamá para que lo ocultara con maquillaje hasta que desapareciera por completo, de otro modo los rumores comenzarían por todos lados y, estando en una escuela tan enorme, no era agradable que hablaran de ti cuando las cosas se distorsionaban conforme más personas se involucraran.

—Es para un papel que quiero, tengo una audición en el segundo periodo, no es real —mentí pasando por su lado, cubriendo la parte izquierda de mi rostro tanto como mi cabello pudiera cubrir, que no era mucho, aunque el intento era válido.

—Ya es suficiente con el lamentable papel que tienes en la vida real, ¿necesitas otro?

Claro, lo entendí: la excusa, como todas las que inventaba, era completamente ridícula, nunca me interesó el teatro, ¡no sabía si había teatro en el segundo periodo! Pero no podía decirle a Changbin sobre la verdadera razón detrás de este. Él estaba caminando a mi lado, mirándome interrogante mientras intentaba revisar aquél moretón—. ¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?

—Sí, un feo moretón y una mueca que delata tu mentira. Ese golpe es real.

—No lo es —negué frunciendo el ceño. Pero que gran error, me dolía hacer expresiones con mi rostro si sentía que mi párpado estaba punzando—. Es maquillaje, deja de verme así, no estoy mint- ¡maldita sea, Changbin! —grité alejándome de él. El idiota de verdad había presionado mi moretón para comprobar que estaba mintiendo.

—¡Que buenos avances hay hoy en día! Un maquillaje tan realista que duele —abrió su boca intentando sonar sorprendido, ya no intentaba ni ser creíble, se estaba burlando de mí sin ocultarlo—. Ahora dime quien te hizo eso, necesito saber a quien ponerle el altar.

¿A quién debía yo ponerle un altar para que obligara a Changbin a preocuparse genuinamente por mí? Por eso nunca le contaba nada.

Preferí ignorarlo en el camino a mi casillero, apresuré mi paso mientras me hacía camino por los pasillos intentando no hace notable el llamativo color alrededor de mi rostro. Algunos compañeros míos ya se encontraban ahí en sus casilleros y notaban mi presencia, pocos me saludaban pero cuando lo hacían tenía que tapar mi perfil de forma para nada sutil y seguir mi camino. Changbin de vez en cuando alcanzaba mi ritmo hasta quedar hombro con hombro conmigo, sólo para después quedarse unos pasos atrás antes de comenzar a hablar en mi oído como un molesto insecto.

—Nadie me hizo nada, ¿bien?

—¿Fue Minho? Vaya, no creí que el plan de Felix saliera tan mal para llegar a estos extremos, en especial porque no me mandó ningún vídeo del momento esto es... —Continué mi camino dejándolo hablando solo en el camino, provocando que corriera hasta encontrarme en el casillero—. ¿De verdad fue él?

—No fue Minho, ¿podemos dejar de hablar de esto ahora? —pedí guardando mis libros en el casillero sin ganas, de verdad no quería pensar en la estupidez que me causó tener un ojo morado.

Changbin se quedó en silencio unos segundos, recargado en su costado izquierdo me di cuenta de que estaba observándome con cuidado mientras yo terminaba unas notas casi escondido en el interior del casillero para que nadie más me viera. Suspiró un poco antes de dejarse ir contra los casilleros recargando su espalda, volteó a su derecha para de saludar a unas de sus compañeras que tenía su casillero cercano al mío, hablaron sobre química, física, el bello clima que hacía y no sé que tantas cosas más mientras yo me encontraba terminando las notas ocultando mi miseria. La escuché despedirse de mi amigo, diciendo sus despedidas para mí también y Changbin respondiendo que le entregaría no sé que cosa luego, yo por mi parte apenas murmuré un adiós que hizo eco desde el interior. A los pocos segundos sentí que alguien, desde luego mi amigo, estaba golpeando mi costado ligeramente.

Don't [JeongJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora