Prólogo

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Las gotas impactaban su piel de terciopelo, creando la perfecta mezcla de melancolía al combinarse con las lágrimas que resbalaban por sus mejillas, acariciando su triste rostro como si de una rosa se tratara.

Y entre sus ojos hinchados y su mirada borrosa, la pulsera en su muñeca se abría paso a su campo de visión, enviando punzadas directamente a su corazón, donde el dolor que se hallaba depositado comenzaba a desbordar. Ella lo sabía, sabía que estaba rendida, perdida, sin esperanza alguna.

Ahí, en el techo de aquella descuidada casa de paredes de recuerdos y escaleras de sueños rotos, en la cuál había vivido toda su vida, su corazón lloraba una soledad inevitable, una soledad que no tenía arreglo.

Y con los ojos cerrados, un nudo en la garganta y el corazón en las manos, pudo escucharlo, aquel sonido tormentoso que no se iba, que representaba perfectamente lo que había dentro de ella. Aquello que ni siquiera los ojos del azul más profundo, ni las palabras más sinceras, ni los abrazos más fuertes habían logrado apaciguar.

Silencio.

Flowers at Last.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora