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—Los muchachos Bianchi...— Masculló Mariane con su sedosa voz cuándo hubo llegado a nuestro sitio. Nos sonrió con sus amplias perlas blancas y nos dejó un descolocado e inesperado beso en la mejilla, dejándonos completamente aturdidos. A sus espaldas, Paige yacía riendo amenamente por su teléfono; traía el largo cabello atado en una coleta alta, una ligera polera que le enmarcaba su exquisita cintura y una pequeña falda que te hacía volar la imaginación. — ¿Cómo están muchachos? ¿Listos para la escuela?— Terminó, colocando las manos sobre la cintura.

Los tres le miramos confundidos. No importaba cuánto lo pensara, no podía encontrar una sola razón que me permitiera explicarme que hacían exactamente este par de hermosas mujeres en los pre entrenamientos del equipo escolar de basquetbol. Sobre todo, un día antes de reanudar las clases.

—Eh... —Comencé yo, y ella me miró con sus escrupulosos ojos marrones. —Mariane, no quiero sonar como un cretino, pero, ¿Qué carajos hacen aquí?...— Ella se quedó callada, mirándome tan pesadamente que no pude evitar sentirme presionado. — Digo, deben saber que está prohibido interrumpir el entrenamiento del equipo...

Sus cejas se levantaron por la sorpresa, sus ojos se volvieron profundos y de sus labios brotó una sonrisa irónica.

—Sí, ¡Hola, Mariane, Paige! ¡Qué gusto verlas después de tanto tiempo! ¿En qué podemos servirles?— Pronunció tan sarcástica como podía, me mordí la lengua y sonreí. —Qué descortés eres Millan Bianchi...

Dante y Marcus rieron a mis espaldas, negué con la cabeza.

—Lo lamento— Me reiteré. — ¡Hola, Mariane! ¡Qué gusto verte! ¿En qué te podemos ayudar?— Su sonrisa se amplió de una manera diabólica. A eso me refería con 'Dominar la Escuela'.

—Apuesto a que necesitan un favor. —se aventuró a decir Marcus. Mariane rodó los ojos.

—No, solo venimos aquí para que un montón de sudados idiotas nos miren como si fuésemos una hamburguesa. — Y dicho esto miró a Dante, quien no le quitaba la mirada de encima a las torneadas piernas de la rubia. Estaba seguro de que en su mente, ya se la había tirado de diez maneras diferentes —Si, imbécil, OBVIO necesitamos un favor. — Escatimó la morena, con el tono más autoritario que pudo salir de sus regordetes labios rosados

Yo reí, si, así era Mariane Fassenberg.

—Y bueno, de que...— Había comenzado nuevamente, pero en un segundo fui interrumpido por un agudo grito que venía de parte de la de los ojos azules.

—Mariane. ¡No vas a creerlo!— Amenazó eufóricamente la rubia colgando su teléfono, caminó a gigantes zancadas a nuestra dirección, se plantó junto a su amiga con la mano en la cintura y nos ignoró por completo. — ¿Recuerdas a Oliver? ¿El perdedor que me dejó por una zorra de secundaria?

¿Esto era enserio?

—Agh, como olvidar a ese imbécil...— Dijo la morena rodando los ojos. Yo miré a mis dos compañeros, parecían tan confundidos como yo.

Mírame #CA2019 #FantasyAwards2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora