AlanahDormir en la misma cama que Brendan no debería ser motivo de ansiedad, ¿verdad?
Y sin embargo, aunque los nervios me sacuden, estar tan cerca de él me brinda una paz inesperada. Cierro los ojos, intentando descansar, pero sus latidos se hacen audibles, y cada latido parece resonar en sintonía con el mío.
De pronto, Brendan se da la vuelta, dejándome la espalda. Sin aviso, toma mi mano y la coloca sobre su cintura, invitándome a abrazarlo. Sonrío como una niña y, sin pensarlo dos veces, acerco mi cuerpo al suyo. Siento sus músculos tensarse cuando mi aliento toca su cuello, y noto cómo su piel se estremece, como si mis suspiros encendieran pequeñas chispas en su piel.
—¿Bren? —susurro apenas, mi voz es un suspiro—. ¿Estás despierto?
Sin decir nada, él se da la vuelta, y su rostro queda a escasos centímetros del mío. Los cables del suero tiran un poco, pero no parece importarle. Su mirada se clava en mis labios antes de subir a mis ojos, y puedo ver un brillo inusual en su expresión.
—Claro, no he podido dormir —responde, y su mirada cálida se convierte en una sonrisa ladeada—. ¿Y tú?
No puedo evitar rozar su barba con mis dedos, notando lo raro pero atractivo que se ve así, tan... real, tan tangible.
—Me diste un buen susto —murmuro, y él cubre mi mano con la suya, acariciando suavemente.
—Durante cada minuto que estuve allí, una sola cosa mantenía mi cordura… —dice con un tono arrastrado, su sonrisa casi traviesa, y su mano se desliza hacia mi cintura, enviándome una ráfaga de calor.
—¿Solo una cosa? —pregunto en un susurro.
—Solo pensaba en ti.
El sonido de mi propio nombre en su voz me deja sin aliento. A la vez que sus palabras se graban en mi alma, él acerca sus labios a los míos, y el mundo desaparece. Solo existimos él y yo, unidos en un beso lento y dulce que va intensificándose. Sus manos recorren mi espalda, y sus suspiros se mezclan con los míos. En ese momento, entiendo lo que significa flotar, perderse completamente en alguien.
Me separo solo lo suficiente para ver su sonrisa, una que responde a la mía mientras me escondo en su pecho, ruborizada. Brendan sonríe y toma mi rostro entre sus manos, su expresión llena de un afecto que jamás había visto.
—Me gustas… mucho, Ali —dice, y su tono revela una vulnerabilidad que me deja sin palabras.
—¿Desde cuándo? —susurro juguetona, enredando un mechón de su cabello entre mis dedos.
—Desde siempre… aunque me di cuenta hace poco.
—¿Te tomó diez años darte cuenta? ¡Por suerte no fueron veinte! —me burlo, y él hace una mueca adorable que me arranca una risa.
—No soy muy rápido en temas de amor, ya deberías saberlo. Pero… no quiero arruinar esto contigo —confiesa, su sonrisa ahora teñida de preocupación.
Tomo su mano y la aprieto, sintiendo cómo su tensión se disuelve.
—Brendan, hemos compartido toda una vida. Te he amado desde el primer día y siempre será así, pase lo que pase.
Él une su frente a la mía y suspira, cerrando los ojos como si no quisiera dejar escapar ese momento.
—Podría soportar perder a cualquiera, Ali, pero… perderte a ti —dice en voz baja, sus dedos jugando con mi cabello—, no lo soportaría. No quiero estar sin ti.
Sus palabras me revelan el temor que lo ha detenido durante tanto tiempo, y todo cobra sentido.
—¿Es por eso que no diste el paso antes? ¿Por miedo a que nuestra amistad se arruinara?
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Las Leyendas Nunca Mueren
FantasyEn un mundo envuelto en misticismo, donde las criaturas no son solo compañía, sino fragmentos vivos del alma, Brendan y Alanah se habían unido desde los diez años. En ese universo arcano, a cada persona le llega un momento crucial: un animal los eli...