Alba

Parte 02

Mayo/2013

Era el día de las madres, por lo que en la escuela de Valentina habían decidido hacer una pequeña presentación para todas ellas. Era una obra de teatro inventada por los niños, donde eran angelitos, que volaban por todo el mundo en compañía de Dios y sus madres. Algo que a Valentina le había parecido muy creativo y fantástico; ella fue la encargada de dar el discurso final agradeciendo a todas las madres presentes.

—En primer lugar quiero dar gracias a todas las madres que están presentes el día de hoy. Probablemente ustedes estén felices por el gran esfuerzo que todos hemos puesto en esta presentación, pero en realidad esto –dijo viendo hacia atrás– no es para nosotros. Es para todas ustedes –dijo sonriendo, y viendo a su abuela y tía sentadas en los asientos del medio.– Gracias por su apoyo incondicional, por las sonrisas consoladoras en momentos difíciles, por sus abrazos que a veces hasta nos cortan la respiración. –risas se escuchan por parte de ellas– Gracias por estar presentes en todo momento –los ojos de Valentina se cristalizaron, y una lágrima rebelde dio inicio a un llanto sordo– por amarnos a pesar de nuestros errores, de nuestros defectos. Sabemos que no somos perfectos, pero damos nuestro mayor esfuerzo para que cada día se sientan cada vez más orgullosas, para que cada día sonrían más. –Valentina mira hacia abajo, sosteniendo dificultosamente su sonrisa en pie– ¡Feliz Día de las madres!... Te amo mamá.

Una ovación de aplausos comienzan a sonar, un ruido semejante al de la lluvia caer. Todos se ponen de pie, algunos con lágrimas al igual que Valentina, otros con los ojos cristalizados. Y es ahí cuando Valentina se dio cuenta que podía hacer cosas hermosas, cosas maravillosas, ella sola. Sonrió, y tomó la mano de los compañeros al lado suyo, y éstos a los de sus lados, y al estar todos, se inclinaron, dando fin a esa bella presentación.

Ojalá pudieras ver las cosas maravillosas que soy capaz de hacer –pensó Valentina.