Sencillo.
Como le gustaban a Valentina, sin mucha gente, sólo la que estuvo con ella, una celebración en la casa. Silenciosa, de esas que dejan a las personas sin saber que decir, con la boca abierta y los ojos rojos.
En verdad que era una celebración, que desgracia que era nada más y nada menos que el funeral de Valentina.Su cuerpo encontrado en el río del pueblo, habiéndose tirado desde el puente, decidida y sin ver atrás según algunos testigos. Qué lástima, que por causa de alguien que no le dedicaba sonrisas diera su vida entera, que lástima que desperdició recuerdos en alguien que no se presenta ni al propio funeral.
—Valentina vivió para su madre y nadie más que ella –dijo alguien en el silencio ensordecedor– Las madres lo son todo, pero esta no fue ni una pizca de nada.
Uno vive por quien ama, pero su madre dejó de amarla y no tuvo más remedio que morir.
Su abuela Gladis le dijo que la extrañaba, le preguntó el porqué de su decisión a pesar de saber el motivo, le dijo que Dios la iba a cuidar esté donde esté, y le prometió pensar en ella todos los días; también agradeció ser la hija que nunca tuvo, pero sobre todo prometió cuidar a su familia mientras siguiese viva, porque era lo que Valentina le dijo una vez.
—Abuela, cuidaré de todos cuando ya no estés, que ojalá sea nunca. Porque me enseñaste que la familia, a pesar de los problemas, es lo más sagrado que existe.
Su abuelo Alberto no pudo pronunciar mucho, pero le agradeció todos los momentos graciosos que hubo entre ellos, eran los payasos de la casa, ahora sólo quedaba él y prometió hacer lo posible por seguir manteniendo esa felicidad.
Sus tíos no dijeron nada, simplemente no querían despedirse de la persona a la cual consideraron hija durante dieciséis años, lloraron y se abrazaron, deseando en el medio estuviera Valentina, para poder darle muchos besos.
Sergio, Alicia y Lucía le dijeron que nunca la iban a olvidar, porque era la mejor amiga de todos, le prometieron cumplir todo lo que ella había deseado para ellos: felicidad y amor. Iban a ser felices extrañándola, e iban a amar, amándola a la vez a ella. Era la pieza faltante en su grupo cuando la conocieron, y ahora era el espacio en blanco que nadie iba a rellenar.
Mario acarició su mejilla, al mismo tiempo que depositaba lágrimas sobre ella. Le agradeció las sonrisas que le provoco, las locuras que le hizo hacer, pero sobre todo le agradeció el amor que nació en él hacia ella. La amaba; le prometió hasta lo que no podía cumplir, pero por ella pudo haberlo sido todo. Se odió por no darle todos los besos que se merecía, pero tenía el recuerdo de uno, que siempre sentiría ahora en sueños y recuerdos.
—Que en paz descanse Valentina, una chica maravillosa, digna de toda la felicidad del mundo; digna de las personas aquí presentes. –cansada de todo y por ende rindiéndose a un sueño profundo.
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Alba
Short StoryUna madre que decide formar una nueva familia lejos de la anterior. Una hija que vive con el recuerdo de su madre y a la espera de ésta, para recuperar el tiempo perdido.