Extra

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—¡Los he extrañado familia! –...Y vaya que era cierto.
Su sonrisa se transformó en una mueca, convirtiéndose en una lágrima que salió y Valentina rápidamente quitó. Definitivamente había extrañado a la familia de tres que ahora se encontraba en el sillón.

—Tina, saluda a tu madre –dijo su abuela, levantándose.  Mamá

Valentina tenía tantas ganas de correr y abrazarla, pero Stephanie era quien estaba entre sus brazos en ese momento, tenía muchas cosas que decirle, pero prefirió gritarlas en su mente. Quería abrazarla y llorar, pero prefirió mantenerse de pie, con la mirada más impasible que tenía.


—Madre, qué gusto. –dirigió su mirada a su hermana– Stephanie, al fin nos conocemos, y Héctor, veo que su estilo ha cambiado un poco –ya no es la misma ropa sencilla.

—Hola –sonrió su hermana– linda ropa. –pero el gesto y el susurro a su madre decían lo contrario. No era un delito vestir camiseta, tenis y pantalón, pero ojalá lo fueran su short, blusa hasta el ombligo y sandalias.

—Qué amable, muchas gracias.

Su madre se levantó del sillón y se dirigió a ella. Valentina sentía que su respiración se cortaba, que sus lágrimas abundaban y sus sentimientos explotaban. Y no era justo, que una de las dos sintiese de todo y la otra de nada. No soportaba la idea de creer que su madre despreciaba este momento, aunque mostrara una sonrisa, los ojos nunca mienten.

—Ya eres toda una señorita –dijo acariciando su cabello.

—Dicen que ocho más ocho es dieciséis, así que sí. He crecido –indirectamente la había insultado, y la mueca de su madre lo confirmaba.

—No me quedaré mucho tiempo ¿Quieres ir a dar un paseo? –era de suponer que lo que menos quería era estar con ella, pero aun así, aceptó.

Volvieron al parque donde recién Valentina había estado. Sólo que ahora habían muchas más personas, el ambiente había cambiado y todo estaba más animado. Se sentía raro.

—Ha pasado mucho tiempo ¿No es así? –¿Mucho tiempo? Valentina había sentido una eternidad, y en este momento casi sentía que no respiraba, eran años de sentimientos reprimidos contenidos en un solo momento. La felicidad y tristeza se habían mezclado en esos momentos; su madre había vuelto, y estaba junto a ella, las ganas de abrazarla y besarla eran muy fuertes, pero debía contenerse, porque conocía a la perfección los sentimientos de su madre hacia ella. Prefirió guardar y esconder todo, poner distancia, al fin y al cabo era muy buena en eso.

—¿Qué son ocho años sino noventa y seis meses exactos? Sólo tiempo.

—Parece que eres buena con los cálculos y un poco más seria que antes –dijo sonriéndole. Ella no era un poco seria, simplemente, lo era.

—¿Qué son ocho años sino noventa y seis meses para crecer y aprender? –dijo encogiéndose de hombros. Su madre estaba incómoda por la indiferencia reflejada en sus respuestas/preguntas. En cambio Valentina quería alejarse, aunque al mismo tiempo quedarse.

—Y... ¿Qué me dices de novios? Las chicas a tu edad ya son algo expertas en ese tema. Stephanie ha tenido tres novios ¿Te lo puedes creer? –dijo riendo– Es una linda chica y ha tenido varios pretendientes.

En la mente de Valentina apareció la imagen de Mario, su mejor amigo. Alguien quien había hecho levantar su ánimo y su mirada, una de las mejores personas que había conocido. Ella gustaba de él y el de ella. Jamás hablaban del amor porque sus miradas ya lo gritaban, agradeciendo el tenerse el uno al otro. Y todas esas imágenes levantaron los labios de Valentina, convirtiéndolos en una sonrisa y haciendo brillar sus ojos.

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