XXXI:
Y ahí estaba yo, enamorada de la manera másdolorosa y masoquista que podía haber. Amando cada centímetro de piel queestaba lejos de mi alcance, haciéndome ilusiones de la manera más estúpida yridícula, cayendo fuertemente a la realidad de la manera más cruel ydespiadada. Era como estar literalmente enamorada de mi propio asesino, comouna judía enamorada de un alemán en plena guerra mundial de 1914.