XXXVI:
Al final, cuando por fin te hayas ido, no encontraré más entre los versos de poemas el sentido, porque ese sentido tú se lo dabas.
Así fuesen de amor o de odio, ver tu rostro reflejado entre las líneas, amado mío, era el mejor de mis pasatiempos.
Entonces, cuando decidas irte, también te llevaras parte de mí. Partes de lo que fui, partes del corazón que te amó como nunca antes alguien lo había hecho.
Y si en verdad es esta la despedida, si decides volver, no encontraras en mi lo mismo de ayer, pues eso es tuyo, tú te lo llevaste.