Capítulo 11

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N.A.

Como advertí en el anterior capítulo, éste contiene escenas en donde se describe cómo los protagonistas mantienen relaciones sexuales. Se recomienda discreción.

Espero les guste.

Saludos.

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Le quité el bóxer, eliminando así la última prenda que estorbaba. Dylan tomó mi rostro entre sus manos y me dio un beso tierno. Me sonrió y volvió a besarme una y otra vez, los besos eran cada vez más largos y apasionados. Volvió a dirigir su boca a mi cuello, parecía ser su zona favorita y no me quejaba en absoluto. Subió sus besos hasta mi oreja, sentí su respiración húmeda, comenzó a mordisquear mi lóbulo. Una mano volvió a juguetear con mi pezón mientras que la otra delineó un camino desde mi cuello hasta mi pecho, pero no se detuvo allí, siguió bajando por mi panza hasta llegar a mi vientre, hizo unos círculos con la yema de sus dedos provocándome escalofríos y luego bajó aún más hasta mi intimidad.

Llegó a mi clítoris y lo rozó, abrí mis ojos al sentir una corriente eléctrica pasar por mi columna. Sus dedos se movían en círculos sobre esa zona hasta que finalmente metió uno. Era una sensación rara, me molestaba pero al mismo tiempo me generaba placer. Mordí mi labio inferior, dejándome llevar entre aquella sensación. Enredé mi mano en su cabello, impidiendo que pudiese separarse. Dylan tomó mi mano liberándose y comenzó a bajar formando un camino con su lengua y algún que otro beso por mi panza. Su lengua tomó el lugar de sus dedos regalándome así mi primer oral.

Delineó mis labios vaginales hasta llegar a mi clítoris, sus dedos comenzaron a acompañar su lengua. Cerré los ojos, apreté con fuerza su mano y gemí fuerte. Abrí aún más las piernas mientras él seguía dándome semejante placer. Apreté la sábana con mi mano libre, un extraño y placentero calor se formó en mi vientre bajo, éste crecía cada vez más al igual que el sonido de mis gemidos.

Su lengua alternaba sus movimientos entre círculos y líneas verticales, metió un nuevo dedo siendo cuidadoso para no lastimarme. Mordí mi labio inferior con más fuerza, no sabía si iba a poder seguir aguantando. Los gemidos salían cada vez más seguidos y más altos. Dylan, al darse cuenta de eso, aceleró cada vez más sus movimientos hasta que ya no pude aguantar más. Un grito de placer salió de mi garganta, sentí un gran placer, era una sensación indescriptible.

Se separó de mí y volvió a subir, me miró a los ojos mientras sacaba sus dedos de adentro mío, los llevó hasta su boca y los lamió. Ese gesto me pareció increíblemente sexy.

— Eso... Eso fue increíble –susurré con la respiración agitada-

— Me alegra escucharlo.

Se separó aún más para tomar la caja que reposaba en su mesa de luz, la abrió y sacó un envoltorio de aluminio. Se recostó a un lado y lo abrió con cuidado para no romper el contenido. Dirigió su mirada a su erección y comenzó a colocárselo. Lo miré y el nerviosismo comenzó a apoderarse de mí. Cuando terminó me miró nuevamente y me sonrió.

— Nunca hice esto –me confesó-

— ¿De qué hablas? Me dijiste que ya tuviste sexo con Lucy, además, por lo que acabas de hacer, sé que tienes experiencia.

— No, no digo que sea mi primera vez –rió por lo que dije- Me refería a desvirgar a alguien.

— Oh –volví a sonrojarme-

— Supongo que te dolerá, si quieres que pare, ya sabes que puedes pedírmelo sin problema. Seré cuidadoso –me aseguró mirándome-

— De acuerdo.

Dicho eso, se volvió a posicionar sobre mis piernas, tomó una de ellas con su mano, abriéndola para colocarse mejor. Tomó su miembro con su mano libre y lo empezó a introducir lentamente. Sentí un dolor indescriptible, mordí mi mano ahogando un grito. Terminó de introducirse y se quedó quieto, permitiendo que mi interior se acostumbrara. Depositó suaves besos por todo mi rostro, llevó sus manos a mis caderas y comenzó a moverse lo más lento y cuidadoso que pudo.

— Mierda, eres demasiado estrecha –exhaló un gruñido al volver a entrar-

— Duele –me quejé-

— Lo siento. ¿Quieres que pare?

— No –musité tímidamente, aguantando el dolor-

Me miró a los ojos asegurándose de que todo estaba bien e hizo otro movimiento de vaivén. El dolor comenzó a disiparse a medida que pasaba el tiempo, cuando se dio cuenta de eso, sus movimientos comenzaron a ser más fluidos.

Un leve gemido se escapó de mi garganta, dándole la señal que necesitaba para que se moviera con mayor libertad. Llevé mis manos a su nuca y lo apreté más hacia mí, comenzó a besar mi cuello nuevamente, esta vez con más deseo, las mordidas eran más fuertes pero lejos de molestarme, me excitaban aún más. Gemía contra su oído, su voz se volvió más ronca, susurraba mi nombre. Apretó una de mis piernas y dirigió su otra mano a mi seno derecho, pellizcando y masajeándolo.

Los movimientos se hacían cada vez más rápidos y las embestidas eran más intensas, me estaba volviendo loca del placer. La mano que apretaba mi pierna la llevó hasta mi vientre para reposarla allí, con su dedo pulgar comenzó a masajear en círculos mi clítoris. Creí que iba a desfallecer del placer que sentía.

— Vas a matarme –dije como pude-

— Tú lo harás, eres increíble –gruñó contra mi oreja y mordisqueó mi lóbulo-

Mis gemidos eran incontrolables. Sentía una electricidad que me invadía poco a poco. Rasguñe su espalda y finalmente clavé mis uñas en ella al sentir una oleada de placer. Grité su nombre con los ojos cerrados. Al cabo de unos segundos supe que él había llegado al clímax también. Sus movimientos se hacían cada vez más lentos hasta que se detuvo. Exhaló el aliento y salió de mí, recostándose a mi lado. Nuestras respiraciones estaban muy agitadas, era el único ruido que se escuchaba en la habitación. Una fina capa de sudor nos envolvía. Dylan extendió su brazo permitiéndome abrazarlo, subí y le di un último beso. Nos miramos a los ojos y ambos sonreímos.

— Eso fue increíble –susurró jugando con mi pelo-

— Gracias.

— Fue un placer –me respondió-

— Idiota –respondí al entender el chiste y ambos reímos-

Me acomodé apoyando mi cabeza en su pecho, sintiendo las caricias que me brindaba. Poco a poco me fui quedando dormida, lo último que sentí fue como nos tapaba con la sábana.

Entonces... ¿Me ayudas? (Dylan O'Brien)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora