⇢ dos.

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FÁBRICA NACIONAL DE MONEDA Y TIMBRE —.
MADRID, ESPAÑA.

PARA SER OCHO ATRACADORES CON HISTORIAL POLICIAL ERAN BASTANTE IDIOTAS. Sin embargo, no podíamos quejarnos, gracias a su idiotez habíamos logrado lo que nos proponíamos con una facilidad que no esperábamos.

Con Jorge y Guillermo los habíamos trasladado de donde habían caído hasta un salón que usaríamos como nuestra cueva, y al mismo tiempo, Catalina, Isabel y Carlos habían recolectado los móviles de todos los rehenes y se encontraban custodiándolos.

Sin mencionar que ahora vestíamos lo mismo que ellos; overoles rojos. Odiaba admitir que El Profesor tenía buenos gustos, pues estos overoles eran bastante favorecedores. Mi trenza finalmente había dejado de existir, pero necesitaba controlar un poco mi larga melena, así que trencé dos mechones delanteros y los uní en la parte trasera de mi cabeza, para que no me estorbaran.

Teníamos seis minutos antes de que el efecto de los calmantes se disipara, por lo que nos apresuramos en ajustar bien las cuerdas de sus manos y pies. Tenerlos sentados en fila medio muertos no era una idea magnífica, pero era lo que teníamos a nuestro alcance. Si este plan hubiese sido diseñado de principio a fin por mí, algo así jamás hubiese sucedido, pero tuve que planear de acuerdo al plan de otro sujeto, así que algo era algo.

   "Él es lindo", dije apuntando al más joven, a Río. Guillermo lanzó una pequeña risa.

   "Me gusta ella. Es preciosa", me respondió Guillermo apuntando a la que reconocí como Nairobi. Yo reí de vuelta mientras golpeaba su hombro en forma de juego.

Todo nuestro equipo tenía una relación fraternal. Éramos como hermanos, nos cuidábamos las espaldas y sabíamos que la lealtad era lo único que no podíamos romper jamás. Eso nos hacía más fuertes, nos garantizaba que no estábamos solos, que, si estábamos en problemas, podríamos salir de ellos fácilmente y, si algún día ya no estábamos, teníamos la certeza de que alguien una vez nos quiso.

Y siendo honesta, la vida criminal era más sencilla si contabas con alguien.

Según Jorge, El Profesor era inteligente, pero lo que tenía de inteligencia lo tenía de vulnerabilidad. Y los seis ya sabíamos que su principal vulnerabilidad era Berlín, o Andrés, como él prefería llamarlo, así que él era nuestro principal objetivo.

Guillermo no dudó ni un segundo en apuntar directo a la cabeza de Berlín cuando éste comenzó a espabilar. El resto comenzó a despertar también, obligándonos a Jorge y a mí a hacer lo mismo: apuntarlos directamente en medio de la frente. Era sólo para asustarlos un poco antes de la gran sorpresa.

   "¿Me quieres ver morir antes de tiempo?", escupió Berlín al visualizar a Jorge, quien soltó una carcajada seca. Su voz aun estaba algo lenta, pues el efecto del calmante no se desvanecería hasta en unos minutos más.

   "Créeme, no soy tan afortunado", le respondió Jorge con sarcasmo. Tomó una silla y, volteándola, se sentó apoyando sus brazos cruzados en el respaldo y su barbilla descansando encima de ellos. "Ahora, respóndeme, Sergio es quién está al mando, ¿no?"

   "Cállate la puta boca y no vuelvas a decir su nombre", dijo Berlín ente dientes. Si lo mirabas con atención podías ver todo el odio que su mirada transmitía hacia Jorge, quien sólo rio como si hubiese escuchado el mejor chiste de su vida. Con Guillermo nos miramos antes de sonreír, era divertido escuchar a Jorge reírse porque solía evitar hacerlo.

   "Es cierto. Ahora el pequeño Sergio se hace llamar El Profesor", se corrigió Jorge antes de volver a reír. "Vaya... Y yo que pensaba que él era el inteligente de los tres", añadió antes de suspirar. "Responde mi pregunta si no quieres que te rompa el cerebro de un balazo"

REALEZA ; RÍO (ON HOLD/LA CASA DE PAPEL AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora