Accidente

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Los días al igual el tiempo avanzaba con rapidez, como era de esperarse hubo cambios también para ciertas personas en especial

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Los días al igual el tiempo avanzaba con rapidez, como era de esperarse hubo cambios también para ciertas personas en especial.

El cambio era notable para Jack, pues había madurado y cambiado físicamente. Ya no era el mismo niño delgaducho de antes, ahora lucio como un hombre de cuerpo fornido y una cabellera un poco más larga que siempre era sujeta en una coleta. Aunque por fuera lucia con un hombre fuerte y atractivo, eso no le quitaba que su alma era la de un joven; después de todo solo tenía 18 años.

Al igual que Jack había otra persona que había cambiado extraordinariamente, el cuerpo de aquella niña había crecido al igual que su cabello pero sin cambiar la rebeldía de sus rizos. La cara era un poco menos redonda pero seguía conservado ese toque infantil que la caracterizaba, estaba claro que Merida estaba creciendo en gracia y belleza.

Un hermoso botón de alguna flor que estaba a punto de florecer, era la perfecta descripción del cambio que estaba sufriendo Merida. A pesar de mostrar rasgos de inocencia cualquiera notaria que se estaba convirtiendo en una mujer muy atractiva, muchos se daban cuenta de ello aun estando concientes de que tenia 14 años.

El tiempo simplemente había hecho grandes cambios en ambos, al igual que aumentaron sus tareas.

Como era de esperarse ambos fueron separados al llegar a cierta edad, el alvino ahora se dedicaba a las cosechas en el campo. Una tarea sumamente pesada y dolorosa, especialmente al no poder cuidar de la joven.

Merida por su parte ahora se dedicaba al cuidado de los animales y en ocasiones ayudaba en la cocina.

Durante un tiempo cierta persona pensó que sería un trabajo que la denigrara, pero eso no deprimió a la pelirroja ni mucho menos la molesto. Si algo amaba desde pequeña era estar con los animales, en parte lo agradecía porque sabía que no serían capaces de permanecer en ese lugar o tan siquiera molestarla mientras estuviera en los establos.

El imaginar sus caras por aquel olor le provocaba gracia, pues aunque no fuera su favorito no le disgustaba.

—Eres un buen chico—con una mano la pelirroja acariciaba a un caballo negro—Si te portas bien te darte una manzana —

Tras darle unas cepilladas al pelaje del animal le coloco un pequeño saco cerca de su hocico, con tranquilidad comía la avena que había dentro de ella. Realmente amaba ese lugar, nada de gritos o quejas infantiles por parte de la hija mimada de los amos.

Solamente paz y la agradable compañía de sus amigos los caballos.

—Sabes amigo...—continuaba con las caricias hacia el animal—Escuche en la cocina que vendrían visitas—el caballo logro soltar un relinchido mientras movía su pata como respuesta—Lo se, te harán pasear a uno de esos mimados—al bufar el animal asintió divertido por el comentario—Solo espero que no sea un abusivo, no me gustaría que te lastimaran y...—más su frase no termino.

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