Al final del día

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Que el sol se levante en el alba significaba el inicio de la rutina para la mayoría de los habitantes de Dunbroch, algo que podrían considerar aburrido ya que se basaba en una vida cotidiana y prospera, pero eso solo aplicaba para unos cuantos.

—¡Merida! —gritaba un niño alvino —¡Rápido!—

Como era de esperarse miles de personas observaban con asombro a los dos niños que corrían por las calles, algo que simplemente podría considerarse normal más no lo era. Pues el pequeño alvino corría mientras sujetaba con fuerza la mano de su acompañante más pequeña.

—¡Vuelva aquí ladrones!—gritaban diversos hombres.

Algunas de las mujeres que se encontraban gritaban escandalizadas al ver a los dos pequeños corriendo, especialmente a la pelirroja que corría sujetando con fuerza un par de manzanas.

—Tengo miedo Jack—susurro la pequeña sin dejar de correr—No quiero ser mala—

—Yo te protegeré—buscaba darle seguridad a la pequeña—Pero de momento no quiero que sueltes esas manzanas, todo estará bien—

Algo temerosa pero asintió ante las palabras de su compañero, solamente cerraba sus ojos y rogaba porque todo saliera bien. Por su parte Jack buscaba alguna salida, no les sería fácil escapar de quienes los perseguían.

Sin embargo la suerte parecía sonreírles, pues rápidamente el alvino detecto un hueco en donde podrían escapar sin dificultad.

—Por aquí—de un movimiento cambio de curso hacia el callejón—No tenemos mucho tiempo—

Merida abrió los ojos y observo que aquel hueco era una alcantarilla, a lo que su cuerpo reacciono en abrazarlo con fuerza.

—No quiero entrar en ese lugar—su voz era suplicante y de sus ojos derramaba algunas lágrimas—Por favor, no me obligues a entrar ahí Jack—

—Merida mírame—la sujeto con un poco de fuerza—Voy a estar contigo, no estarás sola. Pero si queremos comernos esas manzanas debemos entrar—

Aun asustada ella asintió, Jack estaba más tranquilo pero debían darse prisa. Con el tiempo medido ayudo a la pequeña pelirroja a entrar, sin embargo al momento de entrar fue detenido por aquellos hombres que tanto temía Merida.

—Vaya, vaya...pero, ¿Que tenemos aquí?—uno de los hombres sujetaba la camiseta de Jack mientras el intentaba soltarse —Una rata callejera—

Merida estaba asustada, a punto de gritar pero sabía que no debía hacerlo o las cosas serían peor.

—¡Suéltenme!—gritaba el pequeño alvino—¡Suéltenme!—

Uno de los acompañantes le dio un golpe al alvino que lo dejo en el suelo, Merida casi grita pero se contuvo. Nuevamente observo como los guardias lo golpeaban sin piedad, los ojos azules de la pequeña se llenaban de lágrimas al ver aquella escena mientras el alvino no emitía sonido alguno.

Los golpes y las lágrimas continuaron hasta que se aburrieron y se alejaron, cuando no hubo nadie a la vista la pelirroja salió del escondite con un poco de trabajo. Una vez fuera soltó las manzanas y corrió hasta su amigo.

—¡Jack! —gritaba mientras sacudía el cuerpo del alvino —¡Jack, responde!—

Con un poco de esfuerzo el alvino abrió sus ojos, su cuerpo estaba lleno de golpes. Al notar que su amigo abría los ojos la pelirroja lo abrazo, sus lágrimas no paraban a lo que su amigo la abrazo.

—Lo siento—la tierna e inocente voz de Merida le provoco una sonrisa—Todo fue mi culpa, lo siento mucho Jack—

—Tenías hambre Meri—sonrió con dificultad—Si mi mamá se entera que no te di algo de comer... esto no será nada en comparación al regaño que me dará—

Claramente Jack sabía que aquello era mentira, no quería hacer sentir mal a su pequeña acompañante simplemente por tener hambre. No había sido una buena opción tomar aquellas manzanas del puesto mientras estaba el dueño, pero la pequeña se veía tan deseosa de una que no pudo contenerse a cumplirle al menos eso.

—No llores, dentro de unos días me pondré bien—con cariño despeino aquella rebelde cabellera roja—Mejor vayamos a casa, mamá se preocupara—

Tras asentir la pequeña ayudo a Jack en el resto del camino, fue algo complicado para una niña de 4 años pero de alguna forma lo había logrado. Fue una suerte que uno de los viajeros de paso le ayudara a Merida, estaba segura que se llevarían un buen regaño y no tenía por qué negarlo.

Jack simplemente intentaba cumplirle algo, pero gracias a ellos ahora el golpeado era él. No quería imaginarse como se podrían las cosas en cuanto lo vieran llegar de esa manera, por otra parte Jack solo pensaba en llegar a casa y tomar algo que aliviara un poco los hematomas que empezaban a salir.

Una vez que ambos chiquillos llegaron paso lo que ambos temían, un grito de asombro fue lo que se escuchó por parte de una mujer regordeta al ver como su hijo caminaba con dificultad.

—¡Jack!—corrió para ayudar a la pelirroja—¿Qué ha pasado?—

Merida estaba dispuesta a hablar, pero el alvino fue más rápido.

—Tenía hambre y vi un puesto con manzanas—hablo rápidamente—Pense que... —

—¡Jackson Overland Frost!—la voz de su madre mostraba enojo.

—Moddie, no lo regañes —suplico la pelirroja —Yo tuve la culpa, no él. No lo regañes, por favor —

La mujer simplemente vio como los ojos de cachorro podía más con sus enojo, algo cansada solo soltó un suspirar ante la situación.

—Vamos de una vez a casa—hablo la mayor—Espero que hayan terminado sus tareas, saben lo que hará el amo si las cosas no están terminadas—

—A mí solo me falta una pequeña cosa—hablo la pelirroja—La terminare, pero cura a Jack—

Moddie dudo durante un momento en dejar ir a la pelirroja, pero tras prometerle que terminaría rápido acepto. Sin perder nada de tiempo la pequeña tomo una cubeta de manera y salió corriendo a lo profundo del terreno, con mucho cuidado tomo a su hijo entre sus brazos pero no sin antes ver a la pequeña Merida.

—Meri no tiene la culpa mamá—hablo el alvino un poco cansado—Ella solo quería comer—

—Lo se cariño—suspiro para después darle un beso en la frente—Eres un buen hermano mayor para ella, pero lo que hicieron fue peligroso—

—Lo siento—susurro—Prometo que la cuidare siempre, no me atraparan la próxima vez—

Moddie simplemente negó con una sonrisa llena de tristeza, le dolía que a su hijo y la pequeña Merida le tocara aquella vida. En su mente solo podía imaginarlos corriendo y jugando como cualquier otro niño de su edad, no luchando día con día por sobrevivir u obtener un poco de comida en aquel lugar.

<<¨Ningún niño merece esta vida... ningún de nosotros deberíamos ser esclavos¨>> pensó.


¡Hola! 

Como muchos veran esta no será la tipica historia a la que estoy acostumbrada a trabajar, aunque si habra Mericcup pero más adelante. 

¿Qué les parece? 

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Dejenme sus comentarios, esta historia estara disponible muy pronto asi que no se desesperen.

¡Nos leemos muy pronto!

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