⌁Cuatro: La felicidad es relativa

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Escucho mi celular sonar, gruño cansada para arrastrar mi mano hasta llegar al aparato molestoso. Bella murmura un par de cosas antes de volver a cerrar los ojos, reviso el celular y es un mensaje de mi prima favorita, Winter que esta en la ciudad justo en mi casa. Le envío la ubicación del departamento de mi amiga así poder cerrar los ojos para dormir otra vez.

—¿Quién era? —murmura mi amiga con voz ronca.

—Mi prima Winter —farfullo de la misma manera que ella.

Bella gira su anatomía para quedar cara a cara, la luz del día traspasa ligeramente la cortina color rosa pastel de la ventana. Frunzo mis labios, sin ganas de despertar ni responder más preguntas.

—¿Qué quería? —rezonga una vez más—. Es muy temprano para que te despierten y es sábado.

—Vive en México y viene a visitarme, pero como no estoy en casa de mis padres pues me llama. —Me levanto para sentarme en posición de un indio, miro a mi amiga que seguía acostada y ponía la almohada arriba de su cabeza para dormir una vez.

—¿Se van a quedar aquí?. Yo encantada porque no me gusta estar sola y mi compañera se fue, y tú te vas a mudar pronto.

—No le he dicho a mis padres lo que voy a hacer, seguro se ponen felices y hacen fiesta para festejar mi partida —río mientras niego con la cabeza.

Bella se une a mis carcajadas, murmura un par de cosas que no logro descifrar y me levanto de la cama. Acomodo el short que me deja medio trasero de afuera, busco con mis ojos mis Cross blancos, inmediatamente me los pongo. Salgo de la habitación y veo la sala color verde menta que esta compuesta por tres sillones, en medio una mesita pequeña de cristal con un búho en medio.

Arrastro mis pies hasta la barra que divide la sala y la cocina, tomo la leche y el cereal para luego servirlos en un tazón profundo. Cuando termino lo dejo en el lavamanos, giro mi cuerpo para ir al baño, lavarme el rostro con el fin de terminar de despertarme.

Regreso a la habitación para tomar mi celular, Bella sigue dormida , tapada de pies a cabeza para que la luz no le molestara. Aun así no podíamos dormir hasta tarde porque debemos trabajar en la cafetería y los sábados hay más gente de lo normal.

Me siento en el esponjoso sillón mientras reviso mi celular para esperar a Winter. Pierdo la noción del tiempo, me estremezco cuando unos nudillos tocan la puerta repetidas veces. De un brinco corro en dirección a la puerta para abrirla. 

—¡Winter!

—¡Raven! —gritamos al unísono el nombre de la otra persona.

Me aviento a mi prima para enrollar mis piernas a la altura de sus gluteos por mi baja estatura, la abrazo tan fuerte que creo que le rompí una costilla, por su parte me llena de baba por sus miles de besos que repartía por todo mi rostro. 

Préstame tu felicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora