Saco la última caja de cartón de la cajuela de mi escarabajo, intento cerrar mi auto pero no puedo. Bella que estaba revisando su celular me mira por unos instantes, sus sentidos se activan y me ayuda.
—Gracias. —Sonrío de oreja a oreja con evidente sarcasmo.
—Ay, no me regañes. —Se encoge de hombros para restarle importancia—. Aun no puedo creer que tus papás prácticamente te arrojaron de la casa cuando les dijiste que ibas a vivir conmigo —carcajea mientras se soba el estomago—, ¿quieres comer?
—Sí, mis padres quieren tener su privacidad, pero tarde o temprano me van a suplicar que regrese a la casa. —Hago unos pucheros con mis labios—. No, no tengo hambre. Bueno sí, mejor vamos al supermercado para hacer la despensa de la semana, ¿qué piensas?
Mi mejor amiga asiente con la cabeza, entusiasmada. Me apresura a llegar al ascensor para estar en cuanto antes a nuestro departamento. Habían como doce cajas grandes de cartón que mis padres empacaron por mí. Lo morocha entrelaza su dedo en su cabello marrón oscuro mientras termino de bajar la última caja, toma mi muñeca y prácticamente corre hacia mi escarabajo.
Cuando menos me doy cuenta mis manos están sobre el volante, el radio con un gran volumen y mi vista fija en el camino.
—Deberíamos hacer una lista para saber que comprar y no derrochar el dinero —sugiero mientras saco mi celular del bolso del pantalón.
Yo no soy una mujer que le encante andar cargando con cualquier clase de bolso. Solo necesito cargar llaves, teléfono y cartera. ¿Qué más puedo necesitar?. Además el resto lo puedo poner en la mochila perfectamente.
—¿Qué haces?. ¡No!, por supuesto que no mujer. Tú solo compra porque quieres comprar, no te agobies. Al final vemos como nos fue. —Bella pone su mano en mi celular e intenta hacer que lo baje.
Rendida hago lo que me pide. Tomo un carrito color gris, nos adentramos a la gran tienda así que empiezo a ver todo. Lo primero que llega a mi campo de visión son las frutas y verduras, tomo un ramo de plátanos para dejarlos en el carrito donde ya hay varias bolsas con más frutas.
—Te amo porque cocinas delicioso, ¡dejaré de comer sopas instantáneas y atún! —Deposita un beso en mi mejilla para luego abrazarme fugazmente.
Sí, la cocina y yo nos llevamos muy bien. Creo que es una especie de arte y puedo jugar con las texturas, colores y olores. A veces sigo recetas de internet y ¿por qué no?, crear las mías propias.
—¿Tienes especies?, es que amo el ajo en polvo, la canela y por supuesto, el orégano.
—No mujer, yo ni sé que son esas cosas. Del demonio. Pero para eso estamos aquí, para que me digas que necesitas.
Sacudo con la cabeza con diversión y manejo el carro en dirección a los refrigerios para tomar huevo, chorizo vegano y queso.
—¿Qué es esto? —indaga Bella con cara de espanto al ver el chorizo.
ESTÁS LEYENDO
Préstame tu felicidad
General FictionHistoria sin editar, por lo tanto, contiene errores ortográficos. He probado varías carreras universitarias y ninguna es suficiente para mí. Le tengo mucha envidia a las personas que desde niños saben lo que quieren para su vida, en cambio yo, yo si...