S E I S

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CAPÍTULO 6 "EL JOVEN LEÑADOR"

Hoy se han suspendido las clases así que he decidido visitar a mi abuela

- Me pregunto si lobo estará por aquí...- Mire los alrededores del bosque y nada- Debe estar haciendo el favor que le pedí

Jean me dijo que Lucy aún seguía viva, y claro yo le dije que la liberara, pero con una advertencia ¿Que? Tampoco soy tan blanda.

— ¡Hey Caperucita Roja! – Una voz masculina desconocida para mí me sacó de mis pensamientos.

— ¿Uh? – Me giro para encontrarme con un chico que tenía la ropa desgastada y al parecer manchada con resina – ¿Quien eres? – Miro sus ojos mieles brillantes

— Soy Peter Lee – Pasa sus manos algo sucias por su frente quitando las gotas de sudor que bajaban por su frente – Caperucita Roja, así te dicen ¿Verdad?

— Si. – Respondí de manera cortante extendiendo una botella de agua que se encontraba en mi mochila. El asintió y se bebió de manera rápida el agua

— Espera un momento – Alzó su mano indicando que espere a que se termine de tomar el agua – Gracias – Me Sonríe mostrando su dentadura blanca – Supuse que te decían así porque llevas una capa roja y bueno, también porque he visto que varias personas se refieren a ti como Caperucita Roja, por tu capa.

— Pues estas en lo correcto, Peter. – Formo una leve sonrisa en mis labios esquivando su mirada miel. – ¿Eres un leñador? – Pregunto al ver que en su mano libre llevaba un hacha.

— ¡Tu debes ser la nieta de vieja Gla...! – Se detuvo al notar mi mirada de pocos amigos – La señora Gladys – Ríe nervioso rascando su frente

— Si. – Cerré mi mochila algo molesta, me irrito de manera muy rápida. – Adiós, Peter.

— Espero que nos podamos volver a ver – Me Sonríe de manera tierna

— Si, lo mismo digo – Con un inclinamiento de cabeza me alejo de el para ir a casa de mi abuela.

Una vez llegó a la casa y tocó la puerta varias veces, pero nadie abre — ¿Abuela? – Alzó la voz algo preocupada

— ¡Ya voy! – Y en cuestión de segundos la puerta es abierta dejando ver a mi abuela con una sonrisa enorme – Perdona hija, pero estaba durmiendo

— Hola abuela – Beso su mejilla – Por cierto, mis padres te han mandado saludos

— Lo sé, me llamaron hace unas horas – Da un leve empujón a mi espalda para que camine al interior de la cálida casa

— ¿Te has comprado un teléfono? Creí que odiabas a "esos aparatos del demonio que de lavan el cerebro y te queman las neuronas" – En sí era cierto, pero esta es la sociedad de ahora, ignoramos ese hecho con la excusa de que la tecnología beneficia al ser humano y si, es verdad, pero también la daña... Ok, no entiendo que pasa conmigo ¿Desde cuando digo este tipo de cosas?

— Si, pero era necesario – Se adentra a la cocina – Espera, la comida está casi lista

— Ok. – Me senté en el sillón y pude ver una caja de galletas de Navidad y una sonrisa se formó en mis labios, no creo que se moleste si tomo una.. unas cuentas

Al abrir la caja me lleve la sorpresa con encontrarme la caja llena de agujas, hilos, tijeras, géneros, etc.

— Ahh, todos caen en eso – Miro mi abuela que soltaba carcajadas

— Eres mala, más que la maldad abuela – Frunzo mis labios cerrando la caja de "galletas"

— Y dime, – se sentó a mi lado – ¿Te ha vuelto a molestar?

Caperucita Roja y El lobo feroz una historia distinta [[Editando/Reescribiendo]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora