Epílogo

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-¿Cómo te encuentras, Edith? -La Dra. LaBeau miró a la mujer a través de sus lentes, levantando la vista un momento de su libreta.

La mujer se encontraba sentada, con las piernas cruzadas profesionalmente, la bata blanca recaía sobre la silla mientras atenta observaba a aquella mujer castaña que, a pesar del ahora triste estado, con aquellas negras ojeras bajo sus claros orbes, la piel enfermizamente blanca, aún se veía tan bella como Blancanieves.

-¿Edith? -Volvió a llamarla para atraer su atención.

-¿Ah? –La desorientada mujer, la volvió a ver, se le notaba un tanto demacrada.

-Pregunté que como te encuentras –Repitió amable la psiquiatra.

-Igual que ayer...-Suspiró, desviando la vista nuevamente a la pared.

La veía allí. A esa muchacha rusa que le había jodido la vida, que le había arrebatado lo único que tenía, lo más importante para ella. Katrina sonreía, sin maldad alguna, de hecho lo hacía de la misma forma amable en que lo habría hecho al comienzo de todo. No comprendía porque la veía a ella ahora. Ya no tenía a sus antiguos amores. Los había perdido luego de que le dispararan.

Recordaba haber recibido al menos tres disparos de parte de Katrina. Mientras la llevaban en la ambulancia habían conseguido reanimarla, o al menos parcialmente, oscilaba entre la consciencia y la inconciencia. Pero entre eso logró balbucear a los paramédicos que la declararan muerta y les pagaría.

Probablemente habían creído que eran solo tonterías de una moribunda. Razón por la que volvió a repetirlo una vez estuvieron en el hospital, les ofreció una buena cantidad, que tenía guardado, quería vengarse de Katrina por ocupar su lugar... Sin embargo, no había contado con que se llevasen a Oliver a la comisaría también, por ende tuvo que ingeniárselas para sacarlos de allí.

Aunque claro, ella estaba internada en ese momento aún, bajo un nombre falso. Eran David, su portero, y Marcus, su chofer, quienes se habían quedado leales a ella y le habían ayudado con todo, e incluso habían ubicado a Oliver en Blackmile. Marcus había convencido a Arlet, de que ayudase a Oliver a esconderse y no le hiciera daño, la idea era que la policía atrapara a Katrina solamente. ¡Pero la maldita perra no se alejaba para nada de su niño!

Pobre Arlet, pensó efímeramente, no esperaba que su hijo la envenenara. Luego su madre... Bien, la muerte de Lauren probablemente debería de darle pesar pero se sentía en cierta forma más liberada, lo cual era irónico si nos ponemos a pensar donde había terminado.

Cuando la sesión terminó, la Dra. LaBeau la dejó salir al patio debido a que se había portado bien. Habían pasado al menos dos semanas desde la muerte de su bebé.

Estando en una gran ala recreativa, se quedó sentada en un costado simplemente, observando a la nada.

-En otras noticias, hoy se confirmó el dueño del último corazón embalsamado... Tucker Walters de 18 años, quien había sido declarado desaparecido el 14 de Julio del 2000 por sus padres. Fue visto por última vez con su novia Edith MacMillan, sin embargo ella había sido descartada luego de haber comprobado su coartada.

La mujer no pudo evitar mirar la pantalla al escucharse nombrar.

-Tucker...-Susurró, y una ligera sonrisa triste apareció en su rostro- Al menos ahora estarás en paz, ya no extrañaras a tus padres...-

"La reina de corazones" así le habían apodado los medios, dado la cantidad de los mismos que había en su colección. Realmente no eran muchos, al menos eso opinaba ella, eran ocho en total... no, diez. Casi había olvidado a su príncipe y a Adrien Pritzker.

Oliver: Inocencia maldita [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora