—¡Elizabeth!
Unos pasos rápidos rebotaron por toda la taberna y Meliodas apareció al pie de las escaleras. La Diosa estaba aplicándose hielo en la herida de su frente, sentada en una de las tantas mesas, junto a los otros Pecados.
—¿Si, Meliodas? —contestó viéndolo de reojo.
—¿Que rayos es esto? —su voz, dura y potente resonó en la cabeza de la Diosa. Él se acercó a pasos duros hacia la mesa donde ella se encontraba y le mostró la imagen paralizada en la pantallita de la vieja cámara.
Hitsuji y él abrazados.
Elizabeth atinó a hacer una mueca, viendo la imagen.
—¿De dónde sacaste esto? —quiso agarrar la cámara pero Meliodas lo alejó antes de que pudiese tomarlo.
—Sólo contéstame con sinceridad, Elizabeth, te lo pido de favor.
Elizabeth rodó los ojos.
—No lo sé, Meliodas. Si supiera, te lo diría.
—¿Entonces por qué no recuerdo nada de esto?
—No sé —contestó con calma—. Tal vez tu memoria o algo... ¿Acaso no habrá sido hace años?
—Pero jamás olvidaría algo así... Elizabeth. Hitsuji se estaba preparando para una ceremonia en grande al que parecía que yo estaba invitado... —movió la cabeza de lado a lado—. Y... No... Sé que sea, no lo recuerdo, no está en mis... Memorias...
—Deja eso a un lado, ¿Quieres, Meliodas? —lo abrazó con lentitud—. Hay que pasar el resto de tiempo juntos.
Meliodas gruñó y se separó bruscamente de ella.
—Olvídalo.
—Meliodas... —Merlín se metió sin escrúpulos—. Lo mejor será que veamos los de los Mandamientos... Ellos ya están en camino...
Meliodas vio a Merlín sin decir nada.
—Necesito respuestas... E iré por esa oveja.
...
Escapé con todo lo que daban mis piernas, con los ojos cerrados y simplemente... Corrí. Sin ver a donde iba ni que había frente a mí. Sólo quería huir de ese lugar.
Quería que todo se fuese de mi mente... Sólo quedarme con el vago conocimiento de ese rubio pervertido. Y no saber nada más.
Atravesé, casi a tropiezos, la gran vegetación del bosque. Mis pies se deslizaron un momento por la tierra de un camino, cosa que me hizo detener para no caer.
Me sostuve en mi lugar para recuperar mi respirar.
¿Qué?
No lo había notado pero...
Esa...
Esa presencia...
Esas presencias...
Y, como si ese hubiera sido la señal de mi ubicación, pude notar un pequeño destello de oscuridad en el cielo.
A una velocidad sorprendente, varias cosas se posaron frente a mí.
Más bien, personas.
Abrí un poco la boca, un tanto sorprendida.
Me arrodillé. Otra vez.
—Ze... Zeldris–sama... Estarrosa–sama... —posé mi puño en el suelo—. Me alegra volver a verlos, príncipes...
—¿Hitsuji? —la voz del menor me sacudió y escuché que daba unos pasos a mí—. ¿Qué... haces aquí?

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| Miracles | Nanatsu No Taizai.
RandomHace diez años, los Siete Pecados Capitales fueron acusados de matar al Capitán de los caballeros Sagrados de Liones: Zaratras. Nos diste la orden de separarnos y reunirnos después; recuerdo haber salido corriendo por las escaleras y lanzarme por un...