6.- sorpresa

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Las horas habían pasado y Tobe jamás llegó, Pucca se puso sumamente triste y preocupada al mismo tiempo, el jamás faltaba a una cita y si lo hacía, mandaba a alguno de los ninjas para avisarle que no podría asistir

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Las horas habían pasado y Tobe jamás llegó, Pucca se puso sumamente triste y preocupada al mismo tiempo, el jamás faltaba a una cita y si lo hacía, mandaba a alguno de los ninjas para avisarle que no podría asistir. Camino de un lado al otro de su habitación, mordiendo levemente la uña de su pulgar. No sabía qué pensar con todo eso y la idea de ir a buscarlo crecía como espuma en su cabeza, así como el impulso de salir corriendo a su encuentro...

Horas antes, Tobe salió lleno de felicidad del restaurante, pero en un súbito cambio, su cara se tornó triste, después de recordar la promesa que le había hecho a su amada.

—buscar el antídoto que la ayudara a recuperar su voz, ¡tonto!— se reclamó así mismo por su negligencia —y pensar que su condición es gracias al estúpido de Garu, ¡¡tch!! No me rendiré— apretó su puño contra su pecho al nivel del corazón —seguiré buscando, si tan solo si esa chica no me hubiera quitado la medicina la primera vez, mi amada pucca ya estuviera hablando de nuevo.

Tobe siguió caminando hasta que llego al bosque de bambú y por suerte encontró a quien buscaba. —¡¡Oí!! Garu— pronuncio al nombrado con desdén.

Garu solo volteo a verlo con cara de pocos amigos (digo, no es como si tuviera muchos ahora)

con sus señas le pregunto a Tobe —¿¡que quería!?

—¡mira!, tu presencia me agrada lo mismo, que yo a ti... ósea nada, así que iré directo al grano— Tobe lo miro con odio —¡deja en paz a Pucca!, o no respondo de lo que pueda pasarte.

Garu lo miro con orgullo y soberbia, mientras le dedicaba una sonrisa de lado, burlona y haciéndolo sentir que era él, el que no valía su tiempo.

El viento empezó a correr, las hojas secas que comenzaban a caer, se arremolinaban en el espacio, mientras el cabello y la ropa de ambos hombres, se agitaba bajo la fuerza en la que el viento avanza.

Garu le extendió una nota a Tobe. No sé de qué me hablas — negó un par de veces con su cabeza, sin dejar de sonreír en burla.

—¡¡en serio!! ¿Crees que soy estúpido?, y no sé lo que planeas— Tobe estaba molestó y no podía evitar estarlo, después de recordar el modo en el que Garu trataba a Pucca y más ahora que la confunde.

Pues si eres un estúpido — la pequeña nota iba con todo — siempre lo has sido y más desde que regresaste de entre los muertos, con tu séquito de inútiles, te convierte en el imbécil más grande que he conocido.

Tobe termino de leer la nota, quería partirle su mandarina en gajos, pero no lo haría, porque Pucca se preocuparía de más, después de todo, ella quiere a Garu, pues siempre han sido amigos. Así que prefirió dejar pasar esas pequeñas palabras de un simple perro.

—¡escucha muy bien lo que te diré Garu!, aléjate de Pucca o me encargaré de que lo hagas de una forma un tanto menos civilizada— Tobe toco la empuñadura de su catana.

El loto y el dragón. (tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora