Antes conocido como Comencé a amarte.
Cuatro grandes imperios se ven envueltas en actos bélicos, todo esto provocado por la búsqueda de un enorme poder, caído directamente de los cielos. Por suerte las amistades y una boda, acaban con todo esta locu...
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—¡Buenos días, general, lee!— Tobe hablo sin ganas, entrando a la carpa. Aun en su interior, sentía unas inmensas ganas de retractarse de la decisión que había tomado. Su cabeza daba vueltas, pensando en todas las posibilidades. La inseguridad quería apoderarse de su aparente tranquilidad.
—¡Buenos días, chico!— el general lo saludo efusivamente, parándose de su lugar, se acercó a Tobe, dándole la bienvenida —¡adelante, pasa!— lo tomo por ambos hombros, con mucha felicidad dibujada en su rostro, no podía ocultarlo aún que quisiera ¡mírate...!, sí que has crecido, pero por favor, siéntate y dime ¿Cómo has estado? ¿Qué maravillosas aventuras has tenido en estos nueve años que tengo sin verte?
—si tratar de sobrevivir día a día, cuenta como una aventura fantástica para usted, pues he tenido demasiado de ello en todos estos años— respondió sarcásticamente —he estado mejor, la verdad, es que no me quejo— una mueca de asco se instaló en su rostro, quitándole importancia a la conversación.
—¿¡Y la bebe que cuidabas!?— preguntó sin tacto el general, aunque entendía que el joven no deseaba tener esa incómoda conversación —¿Qué fue de ella?— lo mantuvo bajo escrutinio con la mirada, al sentarlo en su silla.
Tobe suspiro pesadamente mientras se sentaba, no quería hablar de pucca, no ahora. El general le paso una bandeja de plata, que contenía unos trozos de sandia recién cortados. —Ella...— pauso, no quería que su voz contenida en dolor saliera —¡está bien! Supongo!— añadió casi en susurro.
—¡¡Ho ya veo, entiendo!!— el general, se ha sorprendido, por la cara de tristeza que puso el joven —¿espero que mis hombres te trataran bien?— añadió de inmediato, intentando cambiar de tema.
—Si— Contesto el muchacho secamente, sin querer mostrar ni una pisca de sus emociones.
—Así... que ¿aún te seguían cuidando los chefs?
—Sí... bueno, no realmente, pero ahora solo me conformo con que cuiden a la pequeña-- Tobe recordando a su querida hermana
—Bueno, al menos está en buenas manos.
—Así es— volvió a contestar de forma fría
—¡Y dime!, ¿por qué? Decidiste honrarnos con tu presencia en el campo de batalla— aunque deseaba tener una larga y amena charla, el general se vio frustrado en sus intentos y prosiguió a estudiar cada movimiento facial que el chico hacía. Algunas respuestas debía darle.
—¿En serio preguntará eso?— Tobe arqueo una ceja, dejando salir su irritación.
—Mm nada se te escapa cierto... Pero tienes razón— lo señalo moviendo la mano de arriba a abajo poniendo una amplia sonrisa —mis hombres mandaron una carta informándome tu llegada— el general cambio su mirada a una más comprensiva y continuo observando a Tobe —Pero... ¿Por qué decidiste salir de tu anonimato?