3. Dulces sueños

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Tomé el borde de las sabanas y tiré de ellas con fuerza, hasta que mi cabeza, quedara completamente cubierta y sumida en la oscuridad que tanta falta hacía en mi cuarto. La puerta de mi habitación fue golpeada nuevamente y, la perezosa voz de JaeBum, se hizo oír desde el otro lado.

— Yeiri, ¿estás despierta?

— ¡No!

— ¡¿Nos estas mintiendo, Yeiri?! — cuestionó Jackson, y no pude evitar reír entre dientes por la absurda pregunta.

« ¿Qué clase de pregunta era esa? »

— ¡Por supuesto que no! ¡¿Por quién me tomas?! — grite, sacando la cabeza de mi escondite para que pudieran escuchar mejor mi voz y para luego, volver a ocultarla.

— Hum... ¡No, no, Yeiri! ¡Siento que me mientes pequeña!

— ¡No, no te miento!

— ¡Esto es absurdo! ¡Hazte a un lado! — chilló mi hermano.

Escuché como la puerta era abierta e, inmediatamente, me aferré con fuerza a las sábanas, sabiendo de ante mano cual sería el siguiente paso de JaeBum y Jackson, a quienes maldije internamente por despertarme tan temprano en uno de mis días libres.

A todo esto... ¿Qué diablos hacia Jackson en mi casa un sábado a las nueve de la mañana?

— ¡¡Arriba Yeiri!! ¡¡Es hora de despertar!! — gritó Wang, metiendo sus manos por debajo de las sabanas y agarrando mis pies desnudos. Inmediatamente, me sujeté del cabecero de la cama y luche contra la increíble fuerza de Jackson y, sus notorias intenciones, por arrastrarme fuera de mi lecho.

— ¡¡Déjame Jackson!!

— ¡¡Ya levántate!!

— ¡¡No quiero!! ¡¡Es mi día libre!! ¡¿Por qué no me dejan dormir?!

JaeBum, mandó a volar todas las sabanas que me cubrían y pude ver a Jae, Jackson y YoungJae dentro de mi habitación. JaeBum y Jackson vestían ropa deportiva y, de inmediato, recordé que hoy mi hermano comenzaba a cumplir la promesa que hizo hace unos días, sobre salir al menos un día a la semana a correr para tener una vida más sana y mejorar su estado físico. La verdad, es que no creía que eso le durara mucho pero Jackson parecía muy animado con ayudarlo y apoyarlo en ese tema del deporte, por lo que no creía que dejara que JaeBum se rindiera muy rápido.

— Dijiste que hoy comenzaríamos con las clases de conducir — dijo YoungJae, acercándose a la cama y sentándose en la orilla. Mis cejas formaron una línea sola y un sonoro e involuntario bostezo, se precipitó por mis labios.

— Sí, pero me refería a una hora prudente... No sé, tipo cuatro o cinco de la tarde y además...— levanté la cabeza para ver a los otros dos y agradecí internamente que el rubio no continuara tirando de mis pies, ya que no creía poder resistir más. — ¿Qué tienen que ver ellos con las clases?

— Nada. Sólo nos gusta fastidiarte y quisimos ayudar a YoungJae a despertarte — confesó el rubio encogiéndose de hombros, divertido.

— ¡Ay, pero que buenas personas! — dije irónicamente, rodando los ojos.

— ¿Cierto que sí? Bueno, nosotros nos vamos — JaeBum tomó uno de mis peluches que descansaban en una esquina de mi cuarto y me lo lanzó. Me alcancé a cubrir el rostro evitando que el tierno pingüino me golpeara en plena cara y se lo tiré de vuelta, logrando golpear su espalda y sacándole una risilla divertida.

Las voces de los chicos se perdieron por el pasillo y pronto, me quede a solas con un ansioso YoungJae que no despegaba sus oscuros ojos de mí.

— ¿Y ahora que haremos? — curioseo, expectante.

BAD DRIVER » CHOI YOUNGJAE ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora