El cuidado, el más desolador.

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Peter Parker.

Desolador.

Puede sentir el ambiente de esa forma, Amanda ha muerto en un accidente.

¿Quién es Amanda? Amanda Daimons. La mujer que intentó siempre remplazar a May. Ese día es una tarde de agosto en el que cumplo mis quince años de edad, la señora Daimons paró por un pastel para mi cumpleaños. Yo empezaba en apreciar a aquella figura materna o al menos lo que ella intentaba mostrar pero una vez más la vida me golpea en la cara.

No puedes amar a nadie. Es peligroso. Desolador.

La penumbra oscurece toda esquina de esa casa, ¿Brandon me ha dejado esa noche por la paz? ¿Qué si solo lo hizo una vez? Claro que no, me sigue, me busca, me amarra, me golpea, me destruye como si su vida dependiera de ello, me humilla públicamente en la preparatoria. 'No eres mi hermano, no te creas la gran cosa Parker.' No lo hago, repito. Nunca lo he hecho, siempre he sabido que el que sobra en ésta familia soy yo, no pertenezco a éste lugar y nunca lo haré, solo son una bola de presuntuosos que solo buscan ganar mi atención para jugar con mi mente, con mi alma, con mi ya destruido corazón.

Si amas, sufrirás.

Como todos los días, Alan Daimons se encierra en su estudio a escribir sus historias locas y dejar de ver la realidad en la que viven, en la que ya han enterrado a su amada y bella Amanda, en el presente en el que su hijo Brandon lo necesita más que nunca. ¿Si me preocupo de ese violador andante? Claro que sí, después de todo yo me metí a su casa y destruí todo tipo del avance de su futuro y tiempo. Yo soy el culpable de la muerte de Amanda, acepto mi culpa rotundamente por el hecho de que si yo no hubiera estado en ésta casa ella jamás hubiera ido por ese pastel para festejar mi décimo quinto cumpleaños.

"Alan, si me ocupas para algo estaré en mi alcoba."

Hace tiempo el señor Daimons ha aceptado que yo no lo voy a llamar Padre, Papá o ninguna palabra parecida a ello así que de un momento para acá decido decirle Alan. Me obligo a mí mismo a ducharme, prepararme a lo que viene, no resultar lastimado, he aprendido a prepararme para recibir todo su odio de una forma errónea, estar preparado para la violación. Como es costumbre en el chico de dieciocho años de edad me lastima como siempre lo hace, me amarra, me tapa la boca, me azota, hace que mi sufrimiento se alargue más tiempo de lo que se acostumbra corriéndose hasta el cansancio. Solo aprendo a perseverar pero jamás aprendo a recibir más de ello.

Otra historia, otro dolor, otra decepción de la vida.

"Perdóname."

Solloza el hombre que se adentra a mi habitación así como su hijo lo hizo anteriormente. Retira mi ropa y observa mi lastimado cuerpo, reacciona pero no de la forma adecuada, tal vez no para mí. Toma mi cuerpo con sumo cuidado, limpia lo que su hijo ensució. Es cuidadoso al prepararme correctamente y no de la forma obligada que es parte de mi auto aprendizaje, puede hacerme sentir con una mano lo que nadie me hizo sentir. Sus dedos me hacen sensible pero a la vez me lastiman, su cuchillo de carne me penetra el cuerpo haciendo que me sienta tan bien pero tan asco de mí mismo. Como me toma con fuerza pero con suavidad, me entrego al deseo pero a la repugnancia de mi ser. Si antes es desagradable ahora es tan...

Desolador.

La palabra explica lo que es vivir en ese infierno.

Pero como todo lo demás al amanecer ninguno de los tres menciona nada y tengo que partir a la escuela. Otro maldito infierno. Otra maldita cárcel y todo por ser la humillación del capitán del equipo de Lacrosse, Brandon.

✔ Oh, Papi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora