1. Dopamina y sensación de placer

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1. Dopamina y sensación de placer

Cuando la dopamina es liberada en los centros de recompensa del cerebro, sentimos placer, bienestar y relajación. Esto está presente en las necesidades básicas para la supervivencia como el sexo, la comida, estatus social...

[...]

Delfina salió de aquel gimnasio con gotas de sudor bajando por su frente, respiraba agitadamente y sentía como el cansancio se adueñaba de ella. Sin embargo tomo el camino largo a su casa, pasando por el centro de la ciudad.

—Miren lo que trajo la marea... una pequeña perdedora.

—Nunca cambias, ¿verdad? Ariel. Acepta el hecho de que tu padre ya no podrá colgarse de la fortuna del mío —se colgó el bolso al hombro, algo hastiada por la actitud de su antigua mejor amiga, una chica que se acercó a ella solo por interés.

—Uy, pero si estas toda llena de sudor, que asco...

— ¿Debo recordarte que practico boxeo?

Se acomodo la coleta poniéndose a la defensiva, desde hace tiempo quería patearle el trasero a Ariel y esta era su oportunidad... la morena retrocedió atemorizada y se alejó de ella lo más rápido posible.

Delfina siguió caminando hasta llegar a su casa, encontrándose en la puerta a su encantador y para nada feo vecino, Gastón Perida. Saludo a Gastón quien la esperaba como vieja chismosa para informarla de la última comidilla de aquel barrio. Y como era costumbre se encerraron en su cuarto hasta que este se despidió.

Él era de esas personas a las que conocía desde pequeña por lo que nunca llegó a desarrollar atracción hacia él, solo le coqueteaba de vez en cuando para hacer enfadar a las chicas del barrio.

Tenía una reputación después de todo... pero sus ojos estaban fijos en alguien más, y haría lo que fuese hasta conseguir que él se fijara en ella.

[...]

—Si vuelves a tocar mi trasero con tus sucias y asquerosas manos te corto un dedo —amenazó la estudiante golpeando en el hombro a su reciente compañero de cocina, quien se había acercado a ella con lascivas intenciones. De todos los aprendices en esa cocina tenía que haberle tocado preparar un menú con nada menos que su ex.

Era demasiado cliché, ella, en un taller de cocinas europeas con él como compañero; ÉL le había sido asignado, como novedad.

—Pero Emi, si yo solo intento ayudarte... te ves algo, necesitada—el castaño le sonrió con sorna, a lo que ella miro al cielo bufando y preguntándose qué habría hecho en otra vida que lo remuneraba en esta.

El italiano le dedicó su sonrisa más cautivadora, pero eso sinceramente ya no funcionaba con ella. Su mano se movió instintivamente hacia el cuchillo más filoso que había de su lado del mesón y lo apunto con este, Matteo retrocedió casi por inercia. A Emilia le tocósonreír esta vez, complacida.

—Tú prepara los cannolis, yo me encargo de la lasaña.

—Tan mandona como siempre...

— ¿Debo recordarte que tengo un cuchillo en la mano Matteito? —Él levanto las manos en son de paz y se dispuso a ubicar los ingredientes para la comida en el mesón—. Así me gusta...

[...]

—Abre las piernas, curva tu espalda, eso, así...

— ¡Ámbar! —Escuchó gritar su nombre, giro la vista encontrándose con mirada de desaprobación de su madrina, no de nuevo—. ¿De nuevo tu es este lugar de mala muerte?

—No es un lugar de mala muerte Sharon, trabajo aquí, vivo aquí, no tiene porque molestarte, no estoy haciendo nada malo.

—Ámbar, estas mujeres venden su cuerpo.

—Eso lo hacen las prostitutas, esto es un cabaret, con todas sus letras, aquí se hacen espectáculos del tipo erótico. Se puede ver pero no tocar, señora. —la rubia se dio media vuelta, encontrándose a su sensual y controlador coreógrafo. Maldijo el momento en el que Sharon Benson atravesó aquellas puertas...

—Simón, dame unos minutos, volveré contigo en cuanto mi madrina se reti-

—No hace falta, sé cuando no me quieren. —sin más la mujer salió del lugar con temática del Moulin Rouge dejando un rastro de molestia detrás de ella.

—Disculpa eso Simón, es una mujer muy anticuada y clasista —la rubia se encogió de hombros y subió al escenario, comenzó de nuevo la coreografía marcada hace algunos minutos pero se detuvo en seco cuando sintió las manos del opuesto sobre sus caderas.

—No pares —escuchó susurrar en su oído, cerró los ojos disfrutando de aquella sensación y se pegó más a él buscando cercanía... de repente aquella coreografía se había transformado en un baile de varios cuerpos, uno muy sensual y placentero.

· D O P A M I N A · #SagaNeuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora