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     ¿Quién es Theresa de todas formas? Digo... Si murió hace tanto cómo es que... No podía ni pensar.
     Estaba entumecida. Ya no había pánico ni ansiedad. Solo frío y la nada más absoluta. Tenía miedo, sin embargo. No me gusta estar sola... Pero en este momento no puedo tolerar la presencia de otro ser.
     Irónico... Estar sola me causa miedo... No me gusta nada... Menos en la oscuridad... Pero ahora, el simple hecho de pensar en salir hace que la ansiedad vuelva. Como si mi piel se encogiera sobre mi.
     No sé cuánto tiempo pasa. Mi mamá tocaba la puerta, uno de sus raros momentos de maternidad, creo. Ya no lo hace más. Inició tocando suave, luego más insistente, pasó a llamarme... Y terminó exigiendo que saliera. No contesté ninguna de las veces. Creo que alguien la convenció de dejarme en paz... Dios lo bendiga...
     Me quedo en blanco por un largo rato. Solo mirando al infinito. Vuelvo a caer en cuenta cuando veo el resplandor del alba en la pequeña ventana cerca del techo que había aquí dentro. Por alguna razón la tenue iluminación en vez de la penumbra me da más miedo.
     Imagino que si está completamente oscuro no sabes quién está o sí hay alguien y terminas acostumbrándote... Igual cuando está completamente iluminado... Pero si hay poca luz existen muchas más posibilidades. Ves las sombras moverse... La imaginación te juega malas pasadas...
     Cierro los ojos y pongo mi frente en mis rodillas. Mejor así. Difícilmente. Ya el miedo coló en todo mi ser.
     Me levanto, o lo intento un par de veces antes de lograrlo. El dolor en mi espalda y trasero me obligan a hacer una pausa. La cabeza me palpita.
     Abro la puerta lo más silenciosamente que puedo, gracias a los cielos que esta casa no es como las de las películas que les chirrea hasta el alma. Abrió sin un ruido, suavemente. Salgo del baño sin mirar a ninguna parte, todas partes están igual de iluminación que el baño, más material para mi mente hiperactiva.
     Salgo al balcón que hay al final del pasillo y que baja hasta la primera planta. Me siento   en el lugar cuya vista da justo a los rosales en frente de la casa. La vista sería excepcional si tuviera mis lentes. En cambio solo es bruma a lo lejos. Como una pintura en acuarelas a la cual le cayó más agua de la que debería...
     La casa aún duerme. Es esa hora de madrugada en que los gallos aún no cantan y los demás animales guardan silencio. No hay nada aparte del sonido del viento contra las ramas de los árboles y el olor del rocío.
     Se acabó demasiado pronto, el sonido de pasos tras de mí hizo que el pánico volviera con fuerza, trayendo lágrimas a mis ojos y un nudo a mi garganta.
     -Solo soy yo.
     La voz de Christian difícilmente me hace sentir segura pero evita que me ponga a llorar. Lo cual es bueno. El pánico disminuye poco a poco.
      -Temía que no salieras nunca de ese baño.
     Sigo sin contestarle, no encuentro mi voz.
     -Siento mucho lo de mi abuelo. Él... Aun no supera a Theresa.
     Me estremezco ante la mención de ese nombre.
      -Creo que es nuestra culpa por no anticipar algo cómo esto. Lo lamento... Fui a buscar esto para ti.
     Me extiende la mano, en ella mis lentes descansaban inocentemente. Las cojo con cuidado de no tocar su piel. Las limpio con el dobladillo de mi camisa y me las pongo. Que cambio, ahora full HD.
     Volteo a verlo, no me mira. Creo que sigue avergonzado. Para ser tan joven... Tiene una pinta muy madura.
     De repente recuerdo el rostro de su abuelo mirándome a los ojos sin verme regresa a mi y se instala en primer plano. Comienzo a hiperventilar. La lámpara del poste que ilumina el lateral de la casa comienza a titilar. Intento pensar en otra cosa, cualquier cosa... No sirve. Otras luces parpadean. Justo cuando cierro los ojos por el dolor en mi pecho y la falta de oxígeno, las lámparas explotan al mismo tiempo que mi conciencia se va a la deriva.

Christian

     Me sobresalto al escuchar todos los focos explotar. Apenas me da el tiempo para cogerla y evitar que se golpee contra la barandilla del balcón.
     Miro a mi alrededor... Luego la miro a ella. Frente a mi, a sus espaldas, las flores de la maseta se marchitan frente a mis ojos. El acero de la baranda se oxida en el lugar que ella está tocando con la cadera.
     Bajo la mirada hacia su rostro. Está pálida. 
     Mamá sale al balcón para encontrarse con el desastre. Mira a la chica en mis brazos y se abraza ella misma.
     ¿Es ella la de la leyenda? ¿Cómo podría ser?...
     Miro a mi mamá buscando respuestas.
     -No le vas a decir esto a nadie, Christian. ¿Lo entiendes? Ni siquiera a ella. Si recuerda alguna cosa al respecto de la lámparas, dirás que hubo un corto circuito.
     Asiento sin comprender mucho.  Entonces sí es...
     ¿Pero cómo...? No podría haber nacido de una mortal...
     Supongo que lo averiguaremos. Su don está despertando.

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⏰ Última actualización: Jun 22, 2018 ⏰

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