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El bajo chico de cabellos negros y mejillas ligeramente abultadas se encuentra tomando su libro favorito junto a todos sus bolígrafos y marcadores, además de adhesivos, metiendolos sin cuidado alguno dentro de su mochila; la cual tenía forma de la cabeza de un osito blanco, con tela felpuda. Luego de cerrar su mochila la toma por la correa y se acerca al tocador para echarse su perfume con extracto de lilas. Termina por colocarse la mochila y baja por las escaleras para desayunar simplemente cereal con leche, acompañado de ambos padres y un pequeño niño de cabellos café que le sonreía extendiendo sus bracitos, su lindo hermanito JungKook. Luego de comer el cereal se acerca al pequeño y le da un beso en su frente.

-Bien, es hora de irnos JiMin. Adiós cariño, te amo. Adiós ternurita.-Habló el padre del pelinegro. Debían irse a trabajar.

JiMin asintió con su cabeza y le dio un beso a su madre en la mejilla, la cual le devuelve el gesto y además le abraza, diciéndole a su esposo e hijo cuánto los ama. Un atisbo de sonrisa se muestra en el rostro de JiMin para luego irse al auto junto a su padre.

Un viaje silencioso pero no incómodo, pues ambos estaban acostumbrados, hasta llegar a la floristería donde se bajaba JiMin. Escuchando un "cuídate, hijo" por parte de su padre respondiendo un "igual tú" que casi no se escuchaba. Ve a su padre sonreír antes de irse conduciendo su auto.

El pelinegro se queda en la calle hasta que ve desaparecer el auto de su padre y suspira, trazando un camino de humo que sale de su boca. Se voltea y ve el letrero de su pequeña floristería "Silent Garden" en inglés y letras cursivas de un color blanco con el fondo color azul profundo. Sonríe satisfecho y se dispone a abrir su local. Una vez dentro, cuelga en la puerta el cartel de "Abierto" mientras que toma un toallitas húmedas, empezando a limpiar los vidrios de la vitrina.

Después de haber terminado de acondicionar su lugar de trabajo va tranquilamente a las bocinas portátiles, colocando su teléfono, haciendo sonar instrumentales en piano de sus canciones favoritas. Se sienta en el suave puff y de su mochila saca el libro que recién el día anterior había comprado. Lo empieza a leer mientras que espera su clientela.

-Buenos días.-Entra un chico alto junto a otro más bajito, ambos bien abrigados, dejando ver sus sueters combinados.

JiMin deja su libro a un lado para levantarse y hacer una ligera reverencia a modo de saludo a ambos chicos, quienes le sonríen.

-Bien, quiero regalarle una planta a mi novio que se acaba de mudar a un apartamento, pero, el caso es que es muy descuidado y rústico. Así que necesitaba algo que fuese bonito pero que no requiera de muchos cuidados.-Habló el más bajo, de cabello castaño y ojos perfectamente delineados.

-¡Yah! Baekkie, no soy tan despistado. Puedo cuidar fácilmente de cualquier planta.-respondio dolido el alto pelirojo.

-¿En serio ChanYeol? ¿qué me dices de hace unos pocos minutos que salimos de tu apartamento y dejaste las llaves dentro? ¡tuvimos que pedir ayuda al conserje!.-El alto bajó la cabeza, ruborizandose.

-No le hagas caso, querido, yo que te digo, necesitamos algo que no requiera de mucho cuidado pero que se vea bonito.-Siguió hablando el castaño.

JiMin sonrió dejando ver su eyesmile, sabía perfectamente qué necesitaban. Así que ofreciéndoles asiento se encaminó por toda la tienda hasta llegar a su destino. Al fondo, un pequeño cactus doble. Pero éste era un tanto distinto, no tenía muchas espinas, era más bien liso y con una capa de pelusa blanca cubriendolo. Lo tomó y se apresuró a buscar una maceta de color vino que quedaría perfecta. Transplantó el pequeño cactus y ató alrededor del borde de la maceta una cuerda de mecatillo beige. Asintió viendo satisfecho su trabajo y fue hacia la pareja para mostrarles.

-Aquí tienen.-Dijo con voz baja y dulce JiMin.-Los cactus no requieren de cuidados intensivos, basta con regarlo un poco, una vez cada 4 o 5 días.

-¡Oh! Esto es una ternura. Me encanta, estaba pensando en alguna flor pero esto se adapta más al estilo de vida de mi Channie.-El castaño estaba emocionado, tomando el cactus entre sus manos. Su novio también veía tiernamente el cactus, como si de un hijo se tratase.

-Muchas gracias, dulzura. ¿cuánto sería en total?

Después que el lindo chico de ojos delineados pagara, salió felíz junto a su pareja, ambos sonriendo mientras tocaban suavemente el pequeño cactus.

JiMin volvió a sentarse para retomar su lectura hasta que volviese a entrar alguien.

Así pasaron las horas. El pelinegro atendía tranquilamente a sus clientes y volvía a su lectura. Ya eran las diez y cuarenta de la mañana, dejó su libro a un lado y se levantó a tomar un poco de agua. En eso entra un chico pálido de cabello negro pero a la luz del sol vislumbraba un azul vibrante entre las hebras azabache.

-¡Hey, hola! Vengo rápido. Se me acabó la menta en mi reserva y necesito con urgencia. ¿podrías venderme un poco? Tengo un cliente esperando su cupcake de chocolate mentolado y debo correr.-El pálido chico hablaba rápido con un lindo acento, explicándole la situación al contrario.

JiMin asintió rápidamente y buscó varias ramas de menta y otras de yerba buena para entregarlas a su cliente. Le dijo el precio y el otro empezó a buscar en sus bolsillos.

-¡Mierda! No traje mi billetera, uhg, en serio es una urgencia. Yo te pagaré ¡en serio! Mira, trabajo aquí-El chico le entrega una tarjeta de un local, un café para ser exactos.-Puedes venir a buscar el dinero aquí, queda a cuatro cuadras. ¿Aceptas?

El de mejillas regordetas hace un ligero puchero como debatiendo en su mente y termina aceptando, el otro sonríe dándole las gracias y yéndose a toda prisa, casi corriendo. JiMin suspira, pronto sería la hora del almuerzo, tal vez podría ir a ese café al mediodía y de una vez comería algo ahí.

·F L O W E R S  &  C O F F E E·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora