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Jisung había puesto varias alarmas, para despertar temprano, poder ducharse, arreglarse un poco, desayunar, y llegar a la puerta de Heji cerca de las 8:30. Pero algo falló.

8:30am

Escuchó la canción de la alarma sonar y perezosamente agarró el celular para encontrarse con que había aplazado 4 alarmas sin darse cuenta y había dormido una hora y media extra, y por ende llegaría tarde a por Heji.

Saltó de la cama, se vistió tan rápido como pudo, peino un poco su cabello mientras comía una barra de cereal, se cepilló los dientes, gracias a Dios ya había preparado su mochila el día anterior. Miró el reloj antes de correr a la puerta, eran las 8:43.

Al salir al pasillo vio el elevador bajar, y supuso que era Heji así que corrió a llamar el elevador, pero ya estaba bajando.

«Genial, ella va a matarme por no llegar a tiempo» pensó.

Siendo plenamente consciente de que  Heji lo mataría por no haber llegado a tiempo corrió  a llamar el otro elevador, el cual llego rápidamente, entonces se metió, era su salvación. Al llegar abajo pudo ver los rizos de Heji a lo lejos, acababa de cruzar la calle en dirección al campus. Corrió hacia ella y la jaló del brazo para detenerla ya que no pareció escucharlo las tres veces que grito su nombre.

Todo pasó en un solo segundo, y cuando el pelinegro se percató ella sostenía su brazo en mi espalda, lo cual dolía.

–Heji, soy yo, Jisung, suéltame por favor– suplicó adolorido.

–¡Si serás idiota!

Hizo como que iba a golpearlo pero se detuvo, y le dio una mirada de arriba abajo.

–No pienso entrar a la universidad contigo así vestido– la chica de rizos se volteó y comenzó a caminar.

–¿De qué hablas? ¿Porque no?

El miro su ropa. Llevaba jeans negros, una camiseta blanca y una chaqueta deportiva color vino. Y entonces la miró a ella, quien parecía estar esperando a que conectará los puntos, y al verla más detalladamente se dio cuenta. La castaña llevaba jeans blancos, una blusa negra, y una chaqueta color vino, como su calzado. Cualquiera que los viera pensaría que iban vestido haciendo matching, como lo hacen las parejas.

–Si no te cambias de ropa, no te me acerques, gracias– Y continuó con su camino.

–¡Pero llegaré tarde!

Ella miró su reloj.

–Tienes como diez minutos para correr a las residencias, subir a tu departamento y cambiarte, dime tu número de alumno y yo recogeré tu horario y te esperare en la entrada.

Durante el trayecto Jisung conversaba con el mismo.

–Llevábamos ropa de pareja sin siquiera planearlo, debe ser una señal del destino ¿no? Muchas chicas estarían más que felices de lo que acaba de pasar, pero ella no, y por encima de todo se dio cuenta de eso a la primera, mientras que yo tuve que pensarlo, demasiado, para percatarme. No tengo manera de predecirla cómo podría hacer con la mayoría de las chicas, eso me gusta, pero a la vez me pone en desventaja. Suelo ser quien guía la relación a su antojo, claramente con Heji tendré que empezar desde cero.

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Heji lo esperaba en la entrada como había dicho. Estaba recargada sobre la pared mirando su celular, sostenía un mapa de la universidad, el cual suelen darle a quienes la visitan, en el cual había marcado donde estaba cada clase y cómo ir de una a otra.

–Tardaste demasiado– le tiendio el mapa –te acompañare solo un tramo, sino llegare tarde.

Varias miradas estaban posadas sobre ellos, ambos estaban al tanto de eso, pero Heji estaba acostumbrada y simplemente no le tomaba importancia. Al comenzar a caminar Jisung pasó su brazo por los hombros de ella, al instante su rostro cambió, la castaña ya no sonreía, su cara era inexpresiva. Quito bruscamente el brazo del pelinegro y siguió su camino. Y él supo que lo había arruinado.

Ella dijo algo que Jisung supuso que se trataba de un insulto por la forma en la que lo pronunció y la expresión de su cara.

El no era el primero en acercársele por ser extranjera, y eso le molestaba muchísimo. Subió las escaleras con cara de pocos amigos dirigiéndose a su primera clase, dejando a Jisung atrás.

Al terminar las clases Heji decidió ir al gimnasio de la universidad a canalizar su mal humor que ese pequeño acto le había causado, porque si un saco en entrenamiento no recibía sus puñetazos y patadas, Jisung o cualquiera en su camino lo haría.

–Eres– golpe –un maldito– golpe –imbécil– patada –porque– golpe –todos– son – patada –así– tres golpes seguidos.

–Creo que ya deberías ir a casa, has estado más de dos horas golpeando ese saco– su entrenadora de kick boxing le tendía una botella de agua– ve a casa a darte una larga y relajante ducha, Heji-na.

–Está bien, entrenadora

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Jisung había estado esas dos horas sentado fuera de su departamento. Había tocado el timbre millones de veces pero nadie respondía, pero quería disculparse por ser un imbécil con ella.

Al escuchar el elevador y verla salir se puso de pie.

–Pensé que estabas dentro y no querías atender, yo ...

–Escúchame bien, idiota– estaba demasiado enojada y su voz la delataba– no te creas que eres el primero que se me acerca por el simple hecho de ser extranjera y que quiere aprovecharse de eso social o físicamente– se acercaba lentamente, amenazante, acorralándolo contra su puerta– Eres el chico nuevo con el cual ya muchas chicas están fantaseando, pero lamento decirte de que no soy de las chicas que caen con chicos como tú, no soy un chicle, pero tú, Jisung –hizo una pausa– tu si lo eres, eres el clásico chico bonito con un buen auto que se quiere llevar el mundo por delante, que siempre obtiene lo que quiere y piensa que todas caemos con los mismos trucos. Lamento informarte que no es así, sweetheart. Pensé que de verdad podíamos ser amigos– suspiró con cansancio– pero la cagaste.

Jisung no tenía palabras, lo había dejado mudo, no sabía si por el tono amenazante de Heji o por lo que había dicho en sí. La castaña, por otro lado, entró a su departamento queriendo romper cosas y llorar de la rabia.

Not a Cliche - Han JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora