capitulo 7

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Solo escuchaba el tic tac del reloj que se encontraba colgado sobre la pared de la sala principal. Estaba nerviosa a pesar de la valentía que tuve hace unos momentos atrás al atreverme a decirle que quería hablar del tema. Los dos nos encontrábamos sentados en el sofá de piel, cada uno en la otra esquina del sillón.

Miraba hacia abajo con la cara un poco roja. Tenia tantas cosas que decirle que no sabia por donde empezar. Se que yo fui la de la idea en primer lugar, pero desearía con todas mis fuerzas que fuera marco quien empezara hablar. Y, como si mis plegarias fueran escuchadas, marco comenzó a hablar.

—esto es mas difícil de lo que pensé. —dijo, y escuche como dejaba salir un suspiro nervioso.

Lo mire de reojo. Se miraba las manos que tenia entrelazada por sus dedos. Incluso una pequeña gota de sudor bajaba lentamente por su frente hasta su mejilla donde tenia ese lindo lunar en su rostro. Suspire yo también, dejando salir toda mi frustración y así poder concentrarme mejor en lo que iba decir.

—solo... se sincero. No creo que se algo tan difícil... ¿no?

El me miro. Pude notar como sus ojos cafés brillaban un poco por la luz de la luna que salia por la ventana atraves de las cortinas.

—¿para ti es sencillo hablar? —me pregunto.

—no, no. de echo, para mi es igual. Hay tantas... cosas. —me mire las manos. Estaba nerviosa, muy nerviosa.

Me di cuenta hasta ahora que no solo estaba en este estado tan nervioso por el echo de que íbamos hablar por fin de nuestra relación de muchos años, si no también por otra razón notable. Estábamos completamente solos.. los dos.

Nuestras madres nos dejaron a nuestra suerte encerrados en el departamento sin nadie mas alrededor. Es una situación extraña. Osea, solo con ver a marco atraves de la oscuridad de la sala me vuelve loca, no se que podría pasar si estuviéramos en mi habitación.

¿¡pero que estoy pensando?! Agite mi cara y marco me miro confundido con el ceño fruncido. Marco es el pervertido ¡no yo! Okey, calmate. Ya se que me di cuenta que lo sigo amando mas que antes, pero hay un limite que no debo traspasar.. al menos no ahora. ¡ha, ya deja eso!

—¿te sucede algo?—me pregunto, observándome fijamente.

—n-no me pasa nada. —dije, intentando evitar el tema de por que mi cara estaba roja. Aunque la oscuridad me ayudaba un poco a ocultarlo.

—mira, yo tampoco se como empezar a sacar el tema. Todo lo que puedo decirte es... bueno, hasta la fecha lo que te he demostrado.

—¿lo que me haz demostrado? Osea, ¿que eres un pervertido y que no puedes evitar mirar mis pantis cuando no estoy?

—¡no puedo evitarlo! Es que eres irresistible para mi. Puede que en otras dimensiones del universo yo no sea un lunático pervertido que ama verte en ropa interior. Pero para mi, es algo difícil de hacer. Es decir, soy hombre, es mi naturaleza.

—¿desde cuando eres así?—pregunte, un poco nerviosa al hablar de esas cosas. —yo que recuerde cuando eramos niños no te comportabas así.

—fue cuando tu me enseñaste las pantis apropósito.— Dijo mirándome como si yo tuviera la culpa de su trastorno obsesivo de verme desnuda.

—¡estas completamente loco! ¡yo nunca hice tal cosa, no mientas marco diaz!—grite con la cara completamente roja. Este idiota...

—¿no lo recuerdas verdad?

—¿recordar que?—repetí su pregunta aun fulminándolo con la mirada.

—fue un día antes de irme. Aquel día te visite a tu caza y tu te tropezaste por las escaleras y caíste arriba de mi cara, mostrándome tus pantis. Luego, gritaste que era un pervertido y que los hombres eramos unos lobos.

En eso, un recuerdo paso por mi mente. Era una niña y marco estaba tirado en el suelo con las mejillas rojas. Yo estaba gritándole muchas cosas como idiota, pervertido, que ya no iba a poder casarme en el futuro, que se hiciera responsable y un total de cosas mas que no pude escuchar bien.

Mi yo pequeña corrió hasta su habitación y marco la persiguió. Antes de que marco pudiera cruzar la puerta la yo pequeña se la cerro de un golpe, dándole en la nariz. Mi cara se volvió roja de nuevo y algunas lagrimas salieron de mis ojos. Cuando volví a la realidad, los ojos de marco me miraban con preocupación.

—star, ¿que te sucede? ¿a caso dije algo que te molesto? Si es así perdón. —estiro su mano para acercarla a mi rostro, pero, luego dudo y la retiro, quedándose quieto en su lugar solo mirándome.

Yo me limpie las lagrimas y agarre un pañuelo de la mesita para escurrirme la nariz. Me siento tan feliz. Esos momentos cuando eramos niños eran tan placenteros, que en esos días siendo yo una pequeña niña jamas imaginaria que lloraría por ansiar que esos tiempos volvieran.

—que bonito....

—¿que es bonito?—marco pregunto al verme todavía preocupado.

—recordar aquellos días que pasamos los dos cuando eramos niños.

—si, bueno. Creo que en esos días tenia mas posibilidad que ahora.

—marco, yo...

en eso, los dos nos miramos a los ojos. No me había percatado hasta ahora que estábamos sentados en el sofá mas cerca que antes. El agarro mi mejilla para acercar mas mi rostro al suyo. Entonces ladeo su cabeza aun lado y yo la miá al otro y nuestros labios se unieron en un beso.

Sentí miles de mariposas en el estomago. Cada recuerdo que tenia oculto en mi mente paso uno tras otro. El día en que lo conocí. El día que jugamos a las escondidas en mi casa. Cuando jugamos a los videojuegos. Y en el día en que llego de nuevo a mi departamento. Con esa sonrisa suya, que logro devolverme a la vida una vez mas.

Nos separamos del beso y un fino hilo de saliva era lo único que aun unía nuestras bocas. De mis labios salieron la palabra que tanto deseaba decirle.

—te amo.

ares_123

el final en la próxima actualización. 

casados a la fuerza.   (starco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora