Ami-enemigas

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El pequeño Miles entró a casa luego de la escuela, azotó su mochila contra el suelo con rabia y subió corriendo las escaleras. La abuela Helga y el abuelo Arnold lo observaban sentados en la sala

— Iré a hablar con él, estoy seguro de que se trata de Annie— dijo Arnold y Helga asintió, preocupada

El abuelo cabeza de balón llamó a la puerta de la habitación de su único nieto barón

— Hola chaparrito, ¿Quieres contarme que te pasa?— le preguntó el abuelo, sentándose en la cama junto a su nieto
—Se trata de Annie, de nuevo— le confesó el niño, mientras Arnold asentía
—¿Qué hizo esta vez? ¿Te tiró bolitas de papel a la cabeza? ¿Te pegó plumas a la parte trasera de tu pantalón?— quiso adivinar el abuelo
—No, ella... Ella me ignoró todo el día— le confesó el pequeño y Arnold se rió
—¿Y por qué estás tan molesto? ¿No se supone que eso era lo que querías, que te dejara en paz?— cuestionó el abuelo, sabiendo la respuesta del pequeño, pues la había sentido en carne propia
—Si, eso era lo que yo pensaba, creía que si me ignoraba, yo iba a ser feliz, pero ocurrió totalmente lo opuesto— dijo el niño
—Pequeño Miles, ¿No has pensado que quizá tengas sentimientos por Helg..Annie?— preguntó el cabeza de balón
—Umm no, eso sería un ridiculez, ¡Ella me atormenta desde primer grado! — exclamó el pequeño, exaltado
—Eso es cierto, pero no es una ridiculez, es la vida, Miles....
—Pues la vida es muy extraña
—Si, pequeño, si que lo es...

54 años antes....

Arnold miraba a Helga desde su pupitre, desde que habían regresado de la excursión al campo, la chica había decidido ignorarlo olímpicamente.

—Helga...— le llamó Arnold desde su asiento, pero Helga continuó con su vista al frente— Helga..
—¡Señor Shortman! — le reprendió el profesor Truman— Si sigue hablando voy a tener que sacarlo del salón

Arnold guardó silencio apenado, pues todos sus compañeros lo miraron cuando el profesor decidió reprenderlo.
A pesar de lo interesante que era el tema de la fotosíntesis, Arnold no pudo concentrarse, solamente veía con preocupación a la chica rubia, que escribía distraídamente en su cuaderno.
Cuando el timbre sonó, el cabeza de balón ignoró olímpicamente a su amigo Gerald y corrió detrás de Helga, pero esta ni se molestó en mirarlo. ¡Lo estaba volviendo loco su actitud!

Helga por su parte iba muy concentrada en su elaborado plan para olvidarse de Arnold de una vez por todas, por lo que hablarle no era una opción. Al llegar a la fila para recibir su desayuno, observó de reojo que Arnold se colocaba justo detrás de ella, así que miró al frente y se dió cuenta de que la única oportunidad que tenía de escapar del cabeza de balón, era la señorita perfección, Lila...

—Hola Lila— le saludó la chica y la mandíbula de Arnold cayó hasta el suelo

¿¿Helga había saludado a Lila a propósito?? Era sabido que Helga odiaba a Lila con todo su ser, lo había dejado en claro en muchas ocasiones

—¡Helga! ¿Como te va? ¿No es un maravilloso día?— le dijo animadamente la pelirroja
—Si, lo es, ¿Como te va en la clase de biología? — le preguntó— ¿Sabes? Tengo algunas dudas con el tema nuevo
—¿Tú tienes dudas en alguna materia? Pero Helga si tú eres la más lista de la clase, después de Phoebie claro— dijo la chica pelirroja
—Eh si, es que no estoy muy segura de haber captado todo lo que el profesor decía — dijo la chica rubia
—Oh ya veo, pues si quieres yo podría ayudarte— se ofreció Lila

Ese fue el momento perfecto para que Arnold interviniera

—¡Yo te puedo explicar Helga!— exclamó el cabeza de balón

Mi InspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora