¡Oh, decepción!

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Hoy era día del abuelo por lo que Phoebie y Gerald se reunirían con Arnold y Helga en Sunset Arms. Los niños les habían preparado una comida y Eleonor, la mayor de sus nietos,  había hecho un pastel para todos...
—¡Feliz día de San Valentín!— exclamó la abuela  Helga
—¡Ángel, es el día del abuelo!— le recordó Arnold, sonriendo
—¡Creo que estás confundido! Aquí en este pastel dice, para los abuelos con amor... Es el día de San Valentín, cabeza de balón ¿Donde está mi regalo?— le preguntó la anciana

Arnold no pudo evitar reírse y darle un beso a su esposa...
—Ahi tienes, tu regalo— le dijo, logrando que Helga sonriera
—¿Ya no había pendientes en la joyería?— le preguntó la mujer, y Arnold se rió

En eso, llamaron a la puerta
—Deben ser Gerald y Phoebie — dijo el abuelo

Eleonor abrió la puerta y dejó entrar a la pareja de ancianos, cada uno llevaba una bolsa de regalo en sus manos

—¡Helga! — exclamó Phoebie contenta
—¡Hey Phoebs! ¡Mira cabeza de balón , ella si me trajo un regalo!— exclamó la mujer mayor, señalado la bolsa que llevaba su amiga
—Si, mi amor, ya ví— le sonrió Arnold
—¡Helga! ¿ Que cuentan los nietos?— le saludó Gerald
—oh no, yo no tengo nietos— dijo la mujer, logrando que todos se asustaran— ¡Yo tengo monstruos!— exclamó y todos se rieron aliviados
— Vamos a la sala a platicar un poco— sugirió Anrold
—Adelantense cabeza de balón, me voy a quedar aquí un rato con Phoebs — dijo la ancianita

Los hombres mayores se fueron a sentar en los cómodos sillones de la sala y comenzaron a ponerse al día, pues no se habían visto desde año nuevo

—¿Como ha estado Helga?— le preguntó el esposo de Phoebie a su amigo
—Pues tiene días muy buenos, pero hay otros en los que no quiere que me vaya de su vista, lamentablemente el doctor me dijo que su enfermedad va en deterioro— le explicó Arnold, sintiendo como se le hacía un nudo en la garganta
—Pero no te preocupes, los chicos la ayudan mucho, ¿No es así?
—Si, eso es lo bueno, aún que a veces, cuando no lo notan, los observo y veo como sus pequeños rostros se entristecen un poco al verla así — le dijo Arnold
—Arnold, tú lo viviste con tu propia abuela y sabes que el Alzheimer le tardó 15 años en llegar a su etapa terminal, quizá sea el mismo caso con Helga— le animó Gerald
—Espero que dure mucho más que eso Gerald, Helga no es tan mayor como lo era mi abuela cuando le comenzó— le dijo el cabeza de balón
—Ya verás que si, hermano, ten fe— le aconsejó el hombre
— Gracias por venir Gerald, que Phoebie esté aquí le sube mucho el ánimo— le sonrió Arnold

En ese momento se les unieron Phoebie y Helga, a la conversación, Helga a llevaba una pequeña caja en sus manos

—¿Que tienes ahí, ángel?— le preguntó Arnold a su esposa
—Le pedí a Phoebie hace muchos años que me guardara algo muy presiado para mí entre sus cosas y hoy que supe que vendría le llamé para que me lo trajera, ¡Feliz San Valentín cabeza de balón!— dijo Helga, extendiéndole la pequeña caja a su amado

Cuando Arnold la abrió no pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas, ¡Era el relicario con su fotografía de adolescente!

—¡Gracias mi amor!, Feliz San Valentín— le dijo y ella lo abrazó

54 años antes....

Helga iba caminando por los pasillos de la escuela rogando por no toparse con Arnold o con Wolfgang, ambos la habían estado volviendo loca, por suerte, las tutorías habían terminado. Aunque  ese tiempo que había pasado con ellos solo había confirmado lo innegable, ¡Ella seguía profundamente enamorada del cabeza de balón! Y no solamente lo había aceptado, sino que había vuelto a ponerse su moño y su relicario con la fotografía de su amado.

Por eso no quería toparselo hasta que reuniera el valor para confesarle sus sentimientos y así poder librarse de los chantajes de Wolfgang también.

Cuando entró al salón de  clase vió que el chico en cuestión estaba sentado en su sitio muy concentrado en alguna tarea, por lo que sin que nadie la viera sacó su relicario y recitó algo que salía de su corazón...
"Oh Arnold! Mi amor, cuanto anhelo poder estar a solas contigo para poder confesarte mi más grande secreto y por fin poder ver tu reacción"

—Pataki, entre y tome asiento por favor— le pidió el profesor Truman

La chica obedeció y fue a sentarse junto a Phoebie, cerca de Arnold y Gerald, el chico de cabeza de balón notó que su amiga había vuelto a sentarse en su sitio y sonrió para sus adentros, todo estaba volviendo a la normalidad, incluso llevaba puesto su moño rosa...

La clase tardó demasiado en terminar para Helga, tenía las palabras atoradas en su garganta esperando para explotar.

Cuando tocaron el timbre todos cerraron sus cuadernos y Helga se dió cuenta que no había hecho ninguna anotación en el suyo...

—Bien la clase terminó, pero recuerden que esta tarde nos iremos al campo a explorar la naturaleza, No olviden que nos veremos aquí a las 7pm  en punto, traigan ropa cómoda y el permiso firmado por sus padres o tutores— les dijo el hombre y se marchó

—"El campo es perfecto para una declaración romántica de amor"— pensó Helga

Cuando la hora de partir a la práctica de campo llegó, Helga estaba nerviosa esperando subir al camión que los llevaría a su destino, cuando por fin lo hizo, se sentó a un lado de Phoebie, quien la observaba curiosa
—¿Estás emocionada por el campamento, Helga?— le preguntó su amiga
—Oh Phoebs, no tienes ni idea— le sonrió Helga

Cuando llegaron, el profesor los separó en grupos de búsqueda, pero para la infortuna de la rubia, su equipo debía ir en dirección opuesta a la del cabeza de balón y su grupo....

Luego de caminar un largo tramo junto a su equipo, la chica de fijó que el grupo de Arnold se detuvo para descansar en un tronco cerca del río, así que decidió espeerar a que los demás se distrajeran para acercarse a su amado.

Cuando por fin logró escapar de su molesto grupo, se dirigió al lugar donde se encontraban sus otros compañeros platicando...

—Oye Arnold, por cierto, escuché a Ronda decir que le gustas a Nadine— dijo Harold y Helga rodó los ojos, escuchándolos desde detrás de los arbustos
—¿En serio? No creo que sea verdad Harold, además a mí no me gusta de esa forma es solo mi amiga— dijo el cabeza de balón y Helga sonrió satisfecha con su respuesta
—¿Y que me dices de Lila? ¿Todavía te gusta, gusta?— le preguntó Sid
—¡Pero que tontería! ¡Claro que le gusta! ¿Verdad Arnie?— fue el turno de Gerald
—L-la verdad es que no estoy seguro— dijo Arnold, honestamente— Es decir, siempre creí que me gustaba pero quizá me equivoqué
—¿¿Qué?? ¿Y que te hizo dudar? ¡No me digas que Pataki?— preguntó Gerald y todos lo miraron asustados
—¿Te gusta Helga G Pataki?— inquirió Harold, temblando
—¡¡Claro que no!!— gritó Arnold— ¡A penas y me agrada! Es decir, ¿Cómo podría gustarme? ¡Si me molesta desde el preescolar!

Eso hirió profundamente a la chica rubia que los espiaba detrás de los arbustos, la chica estaba dispuesta a abrir su corazón y había sido rechazada de la peor manera...

La joven dolida salió corriendo de ahí, necesitaba encontrar un lugar para llorar la más grande decepción de su vida....

Mi InspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora