Capítulo 4 - Dientes, garras, alas, pezuñas, lanzas y agujas

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          —¿Pájaro Ocol, ves algo? —aúlla Nerón esperando dos señales: el silbido del hombre y el canto del pájaro Ocol avisando que debe correr.

          Se escucha en el viento el silbido esperado, así que el joven lobo entiende que eso significa que la presa está yendo al lugar de la emboscada así que espera la otra señal para empezar a correr.

          —¡Corre, corre Nerón! —croaja el cuervo en los cielos, justo en ese momento Nerón corre y empieza a esquivar los arboles que se topa en su camino, percibe el olor del ciervo que persiguen pero algo parece diferente, hay otro olor más un olor que desconoce, sin embargo eso no lo detiene.

          Una vez llega al lugar donde planeó la emboscada, puede ver al ciervo cerca que no nota su presencia, Nerón empieza a ladrarle para que retroceda como se planeó y como hacen siempre.

          —Emergencia, emergencia —croaja el cuervo Ocol desde el cielo.

          —¿Pero por qué emergencia? El ciervo estaba ahí de acuerdo al plan.

          Nerón le ladra nuevamente al ciervo y este retrocede pero muy poco. El ciervo se ve muy estresado mira a todos lados sin saber qué hacer.

          El cuervo desciende del cielo en un último intento por advertirle a Nerón en el peligro que se encuentra.

          —¿Oye amigo, que a caso estás loco? —croaja el cuervo alborotado y asustado —.  Dijimos que en caso de emergencia saldríamos de acá, esta emergencia tiene por nombre “puma” —grajea el pájaro Ocol aleteando para luego posarse en la cabeza de Nerón y darle picotazos.

          Nerón escuchó de los Pumas una vez pero recuerda que Deux le contó que los pumas estaban bien lejos del lugar donde ellos estaban.

          —Acá no hay pumas es imposible —expresa Nerón con chillidos suaves al cuervo.

          —¿En serio, a caso tienes idea dónde estás amigo? —pregunta el cuervo y le picotea la cabeza nuevamente esperando que reaccione.

          —¡Oye, oye! Tranquilo tienes razón pájaro —chilla Nerón. Se percata que realmente no sabe que tan lejos está de su viejo bosque. En los viajes con el hombre su principal motivación es encontrar a su manada.

          —Bueno… salgamos de acá, no seas bobo. Antes de que nos maten —dice Ocol y revolotea al cielo entre los árboles.

          El hombre al ver que el ciervo no retrocede se dirige hacia donde él está se adelanta en su búsqueda con una de sus lanzas en la mano.

          El ciervo retrocede lentamente ante la vista de Nerón hasta que de la nada de un camuflaje entre arboles marrones como su pelaje salta el puma que mencionó el cuervo anteriormente y toma del cuello al ciervo con sus grandes dientes. Nerón está asustado y se alarma, aquél puma es mucho más grande que él, ni el incendio ni los osos le parecieron tan aterradores.

          El joven lobo sabe que a pesar de que el hombre es muy inteligente y astuto también es muy frágil y por eso utiliza sus herramientas de madera y piedra para defenderse.

          —¡Cuidado, cuidado! —ladra Nerón y el hombre se acerca alerta hasta que escucha los gruñidos del puma.

          Ambos están frente a frente con el puma que se siente acorralado y amenazado lo que lo hace aún más peligroso.

          —Calma, calma, te puedes quedar con la presa —ladra Nerón y el puma lo ve por un instante pero no sirve de nada ahora el puma solo se guía por sus instintos.

Lobito solitario (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora