I Want To Understand [Yoonmin]

t h r e e

Pensaba que el tiempo era oro porque se desperdiciaba de una manera drástica. Creía que las cosas, que realmente eran primarias, por ser las más simples, no tenían tanta importancia como deberían. Después aprendí que el tiempo es oro, pero para que entendamos que lo que intentamos hacer, no es hacerlo todo por si vamos a morir el día de mañana, sino vivir el hoy para no arrepentirme el día de mañana. Morir rápidamente con buenos recuerdos, podría ser mejor que morir habiendo vivido de manera apresurada.»  

Pestañeó unos segundos, milésimas en realidad y estaba en otro lugar, otro momento, otra fecha... ¿Qué estaba sucediendo, otra vez? Pero esa pregunta fallecía con cada acontecimiento que seguía reproduciéndose tal cual una película.

—No pensé que lo dirías de forma literal aquella vez. —Formuló el castaño con nostalgia mientras acariciaba con cariño los nudillos de Jimin.

Ni siquiera sabía de lo que él mismo hablaba. Pero a juzgar por el lugar, se encontraban en un pequeño café con poca gente.

— ¿Cuándo te he mentido? —Lo molestó, mientras hacia un puchero, alejando su mano del agarre.

El menor se limitaba a girar lentamente la cuchara dentro de su taza con chocolate, fingiendo una molestia poco probable; que Yoongi sintió instintivamente.

—Jamás... Es tan solo que me sorprendiste mucho aquella vez, ¿sabes...? —Poco a poco un sentimiento nostálgico fue creciendo fuertemente en su interior.

— ¿Qué es lo que debería saber, Hyung? —Susurró mientras daba un lento sorbo a su bebida caliente.

"No sé por qué no puedo olvidarlo..." quería decirle, porque aún no obtenía todas las respuestas a las situaciones que estaba viviendo.

Más esta vez, alguna extraña fuerza no le había permitido. Parecía un muñeco a disposición del destino. Todas las cuerdas que lo sujetaban eran acciones manejadas por algo superior. Solo podía observarse a sí hacer cosas que no hubiese creído antes.

Con un valor de desconocido origen, había vuelto a buscar la mano del rubio. A diferencia, de los suyos, los dedos contrarios estaban cálidos. Al chico parecía no importarle el frío que emanaba de sus manos, parecía estar acostumbrado a ello.

—Que eres lo mejor que pudo pasarme en una víspera de Navidad, Jimin. —A medida que formulaba aquella confesión, se avergonzaba de sí mismo, así que, con cada palabra dicha había bajado su tono de voz.

Mientras, dirigía su atención en la taza del menor, poco interesado, solo para no enfrentar esa mirada que le debilitaba hasta su estabilidad física.

En realidad, tenía un deseo de gritarle que lo amaba, pero eso significaría morir a causa de una taquicardia por sus malditos nervios y no lo deseaba ahora que comenzaba a experimentar un egoísta sentimiento de necesidad. Quería hacerlo muy especial, aún sabiendo que Jimin era más feliz con los pequeños detalles, esos sencillos pero hechos con amor; para él, era su salvación y ni escribir su nombre en algún planeta bastaría para hacerle saber lo que significaba para sí.

De todas formas, el rubio no se cansaría de reiterarle que sabía muy bien de sus sentimientos cuando lo abrazaba fuertemente o se relajaba escuchando sus latidos acelerados. No había nada que le hiciera tan feliz como saber que era capaz de enamorar cada día, un poquito más, a aquel chico reservado, pero con un frágil corazón oculto.

Para Jimin, el amor de Yoongi, era como aquel arcoíris que saldría luego de la tormenta. Yoongi no era el único sintiéndose miserable en una víspera de navidad, no estaba solo sintiendo tanto dolor. Jimin habría sonreído aquel primer día en que se conocieron, de forma sincera, luego de haber pasado por mucho porque pudo apreciar el temor, pero la tímida calidez en tan solo una palabra que le había dirigido el mayor. Yoongi no tenía idea de cuánto le esperaba por saber, pero prefería ir lentamente porque la vida era más larga de lo que creían y todo tendría un momento para darse o así es como él lo creía. Realmente tenía esperanzas puestas en ellos, siempre esperando por días mejores a los que iban pasando.