Sin respuesta.

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"Todos los días son una cruenta agonía, maldigo la jornada en que conocí a ese sujeto".

Es una idea que frecuento desde hace algunos meses, me llena de un estupor vano; sin embargo nada de eso importa ya, porque él viene por mí...

Como cada noche, una impaciencia absurda se manifiesta en mi piel en forma de estremecimiento, mi garganta se contrae debido a la tensión, la máscara me sofoca, incluso mi cabello, desaliñado y trastocado parece estar más consciente de la situación que yo -guardare celosamente mi humanidad, aquello que me mantiene sujeto a la vida como se le conoce- repito casi como un suspiro, procurando resguardar el poco de control que me queda, sin embargo ya es tarde, él viene por mí...

Siseando en la penumbra de la media noche, su silueta apenas se dilucida de aquella sombra que le pertenece, tan oscura y lúgubre como sus intenciones. Grácil, se desplaza por el corredor del templo que solo yo puedo cruzar, alcanzando la parte más íntima de mi ser; siento como esas frías manos alcanzan el arco de mi espalda, aunque el simple roce de las yemas de sus dedos sobre mi ropa provoca un sentimiento innombrable del deseo profano; perturbado por la necesidad imperdonable de ser poseído, percibo el aroma del incienso y como su delicada estola nos rodea, un manto que en el intento infructuoso de esconder nuestro pecado, se dispersa en el aire al igual que las mentiras, danza, fallece.

-Déjame apreciar lo único que no eh podido corromper- una orden que ejecuto con vehemencia, sujeta mi rostro con ambas manos, me observa, me domina...

Nunca pude comprender como esos ojos sin vida podían atravesar mi ser por completo, nada era oculto para él, se auto proclamó mi dios y me embelesa a su antojo, como lo haría una genuina deidad; mientras que, por mi parte, cedo ante sus intenciones....

Soy devoto a tu transgresión...



Conmiseración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora